jueves, 18 de junio de 2015
Tarija inicia gestión para la beatificación del P. Lizardi
El escritor, historiador y ahora responsable del archivo histórico Elías Vacaflor Dorakis se puso la tarea de llevar al misionero jesuita español P. Julián de Lizardi por el camino de la santificación. El religioso fue enviado a Tarija para llevar la palabra de Dios a los indígenas chiriguanos.
Sin embargo, estos realizaban ataques continuamente, un día asaltaron la reducción de Concepción y, luego de martirizar al religioso, lo acribillaron a flechazos.
Biografía
Esta empresa tiene sus antecedentes, Vacaflor la inició el año 2008 en el momento en que tuvo acceso a los textos originales que relataban la vida, virtudes y milagros del misionero escritos por su biógrafo, el sacerdote Pedro Lozano, en el libro “Vida y virtudes del venerable mártir P. Martín de Lizardi, de la Compañía de Jesús”, cuyo volumen fue publicado con tapas de pergamino en Salamanca, en 1741.
Este texto fue descubierto por el sacerdote jesuita inglés Kenelm Vaughm en 1875 y se propuso hallar los restos del mártir, algo que logró en 1898. Luego de trámites en arzobispado de La Plata (Hoy Sucre), hacer gestiones y comprometerse con las autoridades del país Vasco de Guipúzcoa en España para trasladar allí sus restos.
Esto se concretó el 6 febrero de 1900, el cuerpo de Lizardi salió de Tarija con el aval de las autoridades civiles y religiosas del momento, aunque el pueblo estuviese en desacuerdo porque lo consideraban como un ilustre y amado misionero.
Sus restos pasaron por Tucumilla, Iscayachi, Taxzara, San Francisco, ingresaron a la Argentina a través de Llavi, siguieron por Jujuy, Tucumán, Córdova, y en Buenos Aires y fueron hospedados en el convento de los jesuitas.
Según Vacaflor, luego de otros trámites administrativos fueron trasladados a España. Actualmente se encuentran en Guipúzcoa. El escritor Eduardo Trigo O’Connor d’Arlach apunta que en la población natal de Lizardi, Asteasu, se firmó una comisión para pedir la beatificación del insigne sacerdote.
Por lo que había hecho en Tarija y los alrededores donde tuvo presencia, las autoridades de la diócesis de Guipúzcoa hicieron las gestiones ante las autoridades religiosas de España para que el padre Lizardi pudiera lograr su beatificación porque ya fue declarado mártir en 1741, proseguir rumbo ala canonización y finalmente llegar a la santificación del jesuita.
Este expediente quedó en el olvido desde 1910 a 1911 y recién se tomó una nueva iniciativa entre el 2006 y 2007 en Tarija que tampoco prosperó. Por estas razones y por la llegada del Papa Francisco a Bolivia y que debía pasar por Tarija, Vacaflor envió una nota al obispo Monseñor Javier del Río, para que la Diócesis de Tarija sea el ente promotor para impulsar la beatificación del religioso mártir.
Además, elaborar un expediente que sea llevado a Santa Cruz para ser entregado al Papa y en el que se muestre que Tarija apoya el proceso iniciado por la diócesis de Guipúzcoa en España para la beatificación del sacerdote.
Todos los antecedentes, vida, milagros y dedicación de este mártir de la religión católica están debidamente documentados a través del libro del padre Eduardo Lozano, miembro de la congregación de San Ignacio de Loyola y que fue publicado con el permiso de las autoridades pertinentes en 1741.
“La historia de Tarija esta íntimamente ligada a los jesuitas, franciscanos y agustinos, yo creo que corresponde por fidelidad y gratitud y reconocimiento podamos apuntalar mediante una nota que sea llevada por el Gobernador y el Obispo de la diócesis de Tarija que informe al Papa Francisco del trámite iniciado y que entre los pueblos de Guipúzcoa y Tarija promuevan que el padre Lizardi sea canonizado”, culminó Vacaflor.
El martirio que sufrió el padre Julián
Lozano relata que los chiriguanos del Ingre sacaron gente de siete pueblos para marchar con rumbo a la reducción de Concepción. Ingresaron al templo donde el P. Julián oficiaba misa, allí fue despojado de sus vestiduras, y lo condujeron maniatado a un peñón, dónde le hicieron sentar desnudo y le acribillaron a flechazos. Los asaltantes robaron los ornamentos y vasos sagrados, además incendiaron la iglesia y casas del pueblo. En el asalto murieron muchos fíeles. El conmovedor martirio fue llevado a cabo el 17 de mayo de 1735. (Eduardo Trigo O´Connor, Crónicas de Tarija).
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