domingo, 31 de octubre de 2010

Tumbas de 4 niños fallecidos trágicamente son de las más visitadas en el cementerio

Mártires: La población no olvida a los niños Álvaro Tavera, Patricia Flores y a los hermanitos Quispe. Ellos siempre tienen flores y rezos.

“La vida dura un instante, pero basta este instante para emprender cosas eternas”, reza el epitafio que aparece en la tumba de Álvaro Tavera, un niño que fue vejado y asesinado en septiembre de 1986 y cuya muerte conmovió a la población. A pesar de los años transcurridos, las flores y los rezos por su alma nunca faltan en su tumba, así como en la de otros menores fallecidos de forma trágica y que yacen en el Cementerio General de La Paz.

Al sepulcro de Patricia Flores tampoco le faltan visitas. En agosto de 1999, cuando tenía diez años, esta menor fue violada y asesinada en el interior del depósito de la escuela Vicenta Juaristi Eguino, en La Paz.

Los cuerpos de ambos niños descansan en el sector Ensanche vía 10 del camposanto paceño. En cada nicho, a pesar de la data de sus fallecimientos, se observa gran cantidad de flores y sus lápidas se encuentran siempre bien conservadas.

Vanesa y Eduardo Quispe son otros niños, que murieron en septiembre de 2001. El crimen fue cometido por su propia madre, quien después de cometer su delito y ayudada por su pareja los dejó en el río Cajones, en la carretera a Caranavi. El hecho también conmovió a la ciudad.

Al igual que los dos primeros, los hermanitos Quispe tienen muchos visitantes que no son precisamente familiares. Sus restos descansan hace nueve años en el sector antiguo, vía 25, del cementerio, y siempre acompañados de flores.

“Es que estos niños y varios otros, como los pequeños Anahí y Jesús, se perpetuaron en la memoria de las personas; se los considera mártires por las circunstancias en las que murieron”, afirma Víctor Hugo Criales, administrador del Cementerio General paceño.

Sin dejar de mencionar a otros personajes cuyos restos descansan en ese camposanto, como Carlos Palenque o Germán Busch, Criales señala además los sepulcros de los tres normalistas fallecidos en la “masacre de Pando” como los más visitados por la población, no sólo en la fiesta de Todos Santos, sino en cualquier día del año. Ellos se encuentran enterrados en el área denominada cuartel 100.

Melquiades Quispe, un albañil que desde hace dos años trabaja en el camposanto, advierte que, como él, quienes trabajan en este recinto son testigos mudos del dolor ajeno. Y, según cuenta, cada doliente tiene su forma particular de despedir a su ser querido. En los últimos años, por ejemplo, ha notado la irrupción de la música nacional en los entierros.

“Aquí, en el cementerio, la música de actualidad despide a los difuntos. Parecería que los dolientes cumplen el último deseo del que en vida fue, ya que se escuchan mucho las morenadas y cuecas cuando están enterrando a los muertos”.

Entre las canciones que más suenan

—precisa el trabajador— están la morenadas Cuánto cuestas, cuánto vales, el taquirari Una pena tengo yo y la cueca Yo que siempre he vivido llorando.

La mañana del viernes, días antes de la fiesta de Todos los Santos, en el camposanto paceño se advertía más movimiento que el habitual. Los dolientes se afanaban en limpiar los nichos de sus seres queridos, mientras que los trabajadores del cementerio, así como los niños que llevan agua, se apuraban en ofrecer sus servicios para ayudar en estos menesteres.

Pero aun en vísperas de la citada fiesta, un 30 por ciento de los mausoleos, pabellones y cuarteles donde descansan los difuntos están abandonados, apunta Víctor Hugo Criales. “Los familiares entierran a sus difuntos y nunca más vuelven”.

No es el caso de una mujer que descansa en el sector antiguo, en la vía 19. Su tumba llama particularmente la atención, pues parece una casa en miniatura, con la representación de un jardín incluido. Todo está trabajado en madera. Actualmente, en este camposanto, ubicado en la zona Norte de la ciudad, hay 108.000 cuerpos inhumados, sepultados en los sectores de ensanche, antiguo y ampliación. En estas tres áreas se encuentran distribuidos alrededor de 759 mausoleos, entre institucionales y familiares, y 157 cuarteles y 40 pabellones.

Hay “casitas” de todos los precios

Las lápidas son consideradas como la casa de los difuntos donde tienen su descanso eterno. Una tradición manda que un allegado de la familia doliente regale esta pieza como muestra de su aprecio por la persona que falleció.

Según Víctor Hugo Chinchero, vendedor de Lápidas Salazar, los costos de “las casitas de los muertos”, es decir, de las lápidas, varían entre 200 y 2.500 bolivianos. Las más baratas están fundidas en aluminio y tienen fondo de cerámica, mientras que las más caras tienen dos marcos de bronce con fondo de mármol.

Pero las más solicitadas son aquellas de precios más accesibles, apunta Chinchero. Las hay de alrededor de 700 bolivianos, que son de aluminio pero incluyen algunos detalles ornamentales, como el epitafio y un portarretrato para el difunto.

Chinchero agrega que actualmente se puede poner color a los fondos de las lápidas. Éstos pueden llevar, por ejemplo, los colores de los equipos The Strongest (amarillo y negro) o Bolívar (celeste) en el caso de los hombres, y rosado o tumbo para las mujeres. Si el fallecido era policía, se elige el verde; si era un niño, el blanco.

En cuanto a los epitafios, dice, en la mayoría de los casos aparecen versículos de la Biblia. Pocas son las ocasiones en las que los familiares ponen sus propias dedicatorias.

Buscan revertir mausoleos olvidados

Unos 40 mausoleos familiares de los 759 existentes en el Cementerio General, entre éstos y los institucionales, serán revertidos en favor del Gobierno Municipal de La Paz, con miras a recuperar y preservar su valor histórico y arquitectónico.

Según el encargado de Mantenimiento del camposanto, Bismark Elías, el objetivo de esta medida es restaurar estos recintos, que desde hace varios años están abandonados y descuidados.

Por ejemplo, precisa el funcionario, el mausoleo de la familia Clavijo, donde el nicho más antiguo data de 1889, no es visitado desde hace mucho tiempo y ningún familiar pregunta por él. Por esta razón, los albañiles que trabajan en la necrópolis lo usan como depósito de sus herramientas, como palas y picotas.

“Una vez que se haga la reversión de los mausoleos considerados como patrimonio —explica Elías—, nosotros trataremos de restaurarlos para que queden como un monumento en buenas condiciones. La reversión significa que el nombre de la familia doliente quedará plasmado, pero una vez que nos hagamos cargo del mausoleo, ésta no tendrá derecho de inhumaciones, exhumaciones u otro tipo de servicios”. El mausoleo familiar es una construcción que generalmente es de una planta, pertenece a una familia en específico y donde pueden situarse nichos de cuerpo mayor y sarcófagos. El recinto está ornamentado con monumentos o estatuas que tienen una característica específica.

Otro de los mausoleos considerados patrimonio cultural es la capilla de la familia Ascarrunz. Éste se encuentra totalmente descuidado, a pesar de que alberga ocho nichos, el más antiguo es de 1953.

Elías dijo que la reversión es un proyecto que durará al menos un año; ahora están en el proceso de evaluación de los mausoleos en mal estado.

2 comentarios:

  1. PORQUE SI SE SUPONE QUE SOMOS "SERES CON RACIOCINIO", ES DECIR "RAZONAMOS", Y LOS ANIMALES NO, ¿PORQUE NO SE CASTIGA A ESTOS "SERES" QUE DE HUMANIDAD NO TIENEN NADA, Y MEJOR LAS AUTORIDADES DAN MUERTE A UN PERRO CALLEJERO, QUE SU UNICO "DELITO" ES NO TENER HOGAR. ENTRE MAS CONOZCO A LA "HUMANIDAD" , MAS AMO A MIS PERROS.

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  2. muchos no olvidamos la muerte de Alvarito Tavera sea porque nos hayamos identificado con el dolor de cada muerte o porque ya somos padres y no concevimos q la muerte llegue de esa forma para nuestros hijos...sin duda solo queda esperar q se endurezcan las penas para los autores, incluso qye se reinvindique la pena de muerte

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