Vladimir Reyes, de 52 años de edad, es un ex jugador de futsal y fútbol destacado de la ciudad e incluso de Bolivia, que tras las afecciones que sufrió a causa de la diabetes, perdió la vista y, recientemente, sus dos piernas. Pero hoy, es protagonista de lo que él considera un milagro ocurrido el pasado sábado mientras estaba internado en el Hospital Jaime Mendoza, cuando sobre su ventana, en la cama 9 de ese nosocomio vio que aparecieron dos imágenes, una de Cristo y una de la Virgen María, que por unos minutos llenaron de luz su habitación y también su vida, según sus palabras.
“Soy un hombre creyente”, dijo Vladimir al recordar el suceso que ayer fue conmemorado con una misa en la entrada de la unidad de Traumatología, donde sucedió todo.
Los testigos del hecho aseguran que fue la imagen de Dios la que se hizo presente el pasado sábado sobre la ventana de este hombre que padece los duros golpes de una enfermedad cada vez más común en la población y que además de quitarle la vista, le quitó aquello que una vez lo destacó del resto, sus piernas, con su gran habilidad para el deporte.
Si bien Vladimir no puede ver, los internos que estaban esa jornada con él, pudieron presenciar el milagro de la aparición de dos figuras, con caras distinguibles, como aseguran, de Cristo y de María que extendieron sus brazos por unos dos minutos y luego desaparecieron.
Vladimir recuerda que una noche antes le había reclamado a Dios por lo que pasaba, por el dolor que sentía y por la posibilidad de que sus tejidos estén tan afectados que deban considerar una amputación desde el nivel de la cadera, medida que al final no fue necesario aplicar desde ese punto.
La primera en advertir de "la presencia de Dios" en la sala, fue la hija de uno de los internados en el lugar, que señaló la ventana y dijo que "ahí está Dios"; mientras la imagen se reflejaba sobre Vladimir; él dice que sintió un calor que le estremeció todo el cuerpo y se sintió algo más aliviado del dolor que lo había afectado toda la noche.
Su familia siempre lo acompañó y durante su estadía de una semana en el hospital, lo hacían leyendo la biblia cada noche. Vladimir y su esposa, Lucía Serrano, son parte de una iglesia cristiana, así que creen que Dios se acercó a ellos para hacerles ver que no están solos en estos duros momentos en su familia.
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