sábado, 13 de junio de 2015
San Antonio, antigua tradición religiosa franciscana en Tarija
Los religiosos franciscanos que llegaron a la Villa de San Bernardo son hijos de la Provincia de San Antonio de los Charcas del Virreinato del Perú -en lo que hoy es Bolivia-, creada en 1568, y su capital era La Paz. Según fray Pedro de Anasagasti, la provincia se caracterizaba por la “guarda del Evangelio, a través de la manifestísima tradición franciscana”.
La sede de la institución fue el Cuzco, centro colonial importante en dicho periodo, que contaba ya desde 1538 con una parroquia de indios. A la mencionada provincia se adhirieron los conventos de Chuquisaca (fundado en 1540), Potosí (1547), La Paz (1549), Mizque (1581), Pocona (1577), Cochabamba (1581), Oruro y Tarija (1606).
Los franciscanos en Tarija fueron devotos de San Antonio, titular de su Provincia. Esta devoción tuvo una recepción positiva en la cultura de esta región desde la Colonia hasta nuestros días, una simple mirada a los manuscritos del archivo franciscano permite constatar esa afirmación por medio de los siguientes aspectos: las capellanías, la iconografía y su impacto en el accionar de las misiones y la vida del convento con las obras antonianas.
Las Capellanías
Desde su llegada, los franciscanos crearon estrechos vínculos con los pobladores, tanto de la pequeña villa como del área rural, por medio de la atención religiosa que se institucionalizó con las Capellanías. Se tomó como fuente el manuscrito de las Capellanías y Pías Memorias del P. Antonio Óliver del Archivo Franciscano, que registra las viñas, chacras y fincas de Tarija y de Cinti ligadas al convento entre 1626 y 1760.
Las Capellanías fueron instituciones muy difundidas en los centros coloniales, como Nueva España, Perú y Charcas. Se crearon con el fin religioso de salvar las almas del fundador y de sus familiares de las penas del purgatorio y llegar más rápidamente a la “vida eterna”. En un sentido práctico fomentaba el ejercicio de las buenas obras y las prácticas caritativas y de piedad en los fieles.
En el manuscrito del P. Antonio Oliver se registran 48 capellanías de las cuales 26 describen acciones concretas en torno a la devoción a San Antonio, tanto con misas de sufragio como con donaciones específicas para la cofradía del Santo.
Estas entidades lograron la integración socio-cultural-religiosa por las visitas periódicas de los franciscanos a las fincas, chacras y viñas de la región para los oficios religiosos consolidaban nuevos cánones en las relaciones.
Iconografía
Otra fuente de información para constatar la presencia de esta devoción son los Inventarios Conventuales y las Crónicas. En Inventario Conventual de 1755 se anota:
“Dos [imágenes] de San Antonio, ambos con ojos de cristal, con sus Niños; el uno lo consiguió el Padre Guardián y el Niño tiene dos vestidos, el uno de persiana, y el otro de brocado, su albita de clarín con sus encajitos finos y sus tres potencias, todo muy curioso, que puso el Padre Guardián.”
Entre los Hábitos y mantos de Nuestro Padre se escribe: “Un hábito de lana con su encaje ancho que tiene San Antonio”. Para las procesiones “un guión (estandarte) con el Santo por armas”. En los enseres de plata labrada “demanda del glorioso San Antonio”.
En el pasillo camino a la sacristía se apunta la existencia de un lienzo de San Antonio. “En la escalera, junto a la portería que sube al claustro alto, junto al coro, se halla en la pared un nicho de madera tallado y dorado, con una imagen de la Concepción con su vestido de tela y con corona de plata; y en la pared siguiente, un lienzo grande de San Antonio”.
Fundación de las Obras Antonianas en Tarija
En Tarija a fines del siglo XIX la devoción a San Antonio se institucionalizó por medio de la fundación de las Obras Antonianas, como recepción práctica de la doctrina social de la Iglesia, que buscaba dar respuesta a las nuevas situaciones socio-políticas de la época.
En esta dinámica, en Roma los franciscanos fundaron la “Pía Unión”, en 1894, para asumir acciones de servicio caritativo. El P. Sebastián Pífferi, misionero del Colegio Franciscano de Tarija y Comisario de los Colegios Misioneros gestionó la autorización del Procurador de la Orden, el P. Rafael d’Aurillac, para que el P. Buenaventura Lolli pueda fundar en Tarija la “Pía Unión” de San Antonio, el Pan de los Pobres y la hoja de propaganda Antoniana.
Con dichas licencias, en 1895 el P. Lolli fundaba las Obras Antonianas, en 1896 fundó el Periódico Antoniano y en 1903 la librería.
Para el servicio católico de educación en 1910 se iniciaron las obras caritativas para niños pobres y los grupos de reflexión sobre temas sociales, en 1912 se fundaron el Colegio Antoniano y la escuela nocturna para los artesanos. Para apoyar el servicio litúrgico, se inició en 1938 la Hoja Dominical, que hasta nuestros días se sigue editando. Hasta el día de hoy las diferentes promociones del “Colegio Antoniano” visitan periódicamente el antiguo convento para evocar recuerdos y anécdotas de la niñez y juventud que pasaron en las aulas del Antoniano.
La devoción a San Antonio se ha extendido a lo largo de la presencia histórica de los franciscanos en Tarija, por medio de las diferentes acciones misioneras emprendidas en la región, de esta manera, ha quedado como elemento esencial de la “devoción popular” formando parte importante en la cultura del sur de Bolivia.
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