Al ingresar a la Catedral Metropolitana de Cochabamba “San Sebastián” un tenue olor a flores y velas trasciende el umbral. Esto da una idea de que algunos parroquianos ingresaron a este recinto para elevar sus plegarias o súplicas, mientras otros ya retornaron a este recinto agradecidos por los favores recibidos.
Algunas personas se desplazan de imagen en imagen para elevar una oración. Varias llevan en sus manos velas o flores, pero no las dejan en cualquiera; esas ofrendas ya tienen un destino, todo depende del favor que quieran recibir.
Por la cantidad de flores y personas que las veneran, los santos con mayor advocación de la Catedral son tres: San Ramón Nonato, Justo Juez y Santa Rita de Cassia, cada una de ellos cuenta con un don especial, gracias al cual su fama ha traspasado las paredes de esta iglesia, atrayendo a más fieles que acuden a ellos para que intercedan ante Dios y les conceda el favor.
A lado izquierdo de la nave principal, a dos metros del altar mayor se encuentra un oratorio con la Virgen de la Merced, copatrona de la Catedral, y a su derecha -un poco más abajo- está uno de los santos más visitados, San Ramón Nonato. Una imagen que mide 1.65 metros de alto, de cuyas manos penden casi medio centenar de cintas rojas atadas a pequeños candados, cada una con algo escrito; sus labios están unidos también con un candado antiguo cerrado.
Al otro lado del altar mayor, en el sector de la nave derecha, se encuentra otro santo casi de tamaño real, denominado “Justo Juez”. Este santo está sentado en una silla en medio del oratorio, con la mirada vista hacia abajo, como escuchando la confesión de su fiel. Se dice que su labor es proporcionar justicia.
Una muestra de ello es que esta imagen lleva en una de sus manos un crucifijo de madera y en la otra mano un cuchillo de hojalata; y, de la pared lateral se desprende una mano de yeso que lleva una balanza de metal con algunos elementos circulares sobre ella. Dando una sensación de equilibrio o justicia.
Y al final de este pasillo de esta nave se encuentra Santa Rita de Cassia, una imagen de rostro angelical, que viste el hábito oscuro de su congregación, lo que deja en claro que ella tenía una fuerte devoción religiosa. Lo más atrayente de esta imagen es que está casi cubierta de una serie de rosarios bendecidos, de diferentes tamaños, formas y materiales.
EL DADOR DE SILENCIO
A los pies de San Ramón Nonanto, de rodillas y toda vestida de negro se encuentra María, (nombre creado para proteger su identidad), quien reza fervorosamente con los ojos cerrados. Aparentemente, su devoción es tan grande que mientras va orando, su mente se abstrae del entorno porque su rostro se va empapando por las gruesas lágrimas que caen de sus ojos; pero eso no impide que ella continúe en la tarea de seguir acomodando en un modesto florero los 12 claves blancos que trajo para la imagen.
María comenta que ésta es la primera vez que está solicitando un favor al santo, pero que algunos familiares y amigos le dijeron que acuda a él. “Son varios años que estoy pasando por este calvario y no termina el juicio. En este tiempo mi hogar se está dañando. Es por eso que acudo a él, en busca de una solución rápida en mi caso”.
Y aunque nadie sabe con exactitud cuándo es que este protector de las embarazadas, parturientas y niños pasó a ser intercesor de las personas que eran calumniadas, lo cierto es que Raúl Yépez, sacristán de la Catedral hace más de siete años, asegura que éste es uno de los santos más buscados; ya que según dicen se encarga de dar solución a los casos de justicia legal, es decir, para callar la boca de los testigos o que el juez salga en favor de uno; y que cada dos o tres días debe recoger las cintas que dejan de ofrenda al santo con el nombre de la persona a la cual debe callar, para evitar los daños a la estructura de la imagen.
SIN IMPOSIBLES
De la misma manera Santa Rita de Cassia cuenta con más de un centenar de rosarios bendecidos en el cuello, cada uno de ellos es una ofrenda de un parroquiano agradecido por el favor recibido; pero, a diferencia del anterior, Raúl no puede retirar los rosarios de la santa, puesto que el fallecido monseñor Rosales había instruido que no se los retire.
“Es bien milagrosa esta santita. Es la santa de los imposibles, cualquier favor que se le pida concede. Sólo es cuestión de pedírselo con muchísima fe”, afirma Josefina Garnica.
El sacristán de la Catedral cuenta que muchas personas colocan pequeñas plaquetas para dejar testimonio de los favores recibidos y con un texto escueto los fieles agradecen por interceder con Dios en su favor.
JUSTICIA DIVINA
También existen aquellas personas como Adolfo Sánchez, quien sólo viene a contarle al Justo Juez todo lo que acontece en su vida diaria tras la muerte de su esposa y esto lo hace porque no quiere ser él quien juzgue a los demás, a aquellos que de alguna manera lo están hiriendo. “Yo qué puedo decir, sólo puedo contarle al tatita y que sea él quien mande el castigo apropiado, porque yo tal vez me puedo equivocar, pero él no”.
Según la tradición popular este santo es el encargado de brindar soluciones de manera adecuada y como su nombre lo indica “justa”.
Es así como diariamente una pequeña procesión de peregrinos acude ante estas imágenes, para hacerse socorrer en sus momentos más álgidos.
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