La multitudinaria peregrinación de fieles musulmanes a La Meca (el "hach") celebra ayer entre ritos y oraciones su día central, que este año está marcado por la Primavera Árabe y la crisis entre Arabia Saudí e Irán.
Se trata del primer "hach" tras el estallido de las revoluciones que han transformado el panorama político en Egipto, Túnez y Libia, y que todavía son objeto de la represión de las autoridades en Siria, Baréin o Yemen.
Hasta el momento los llamamientos a la calma y a la introspección de las autoridades saudíes parecen haber sido escuchados por los peregrinos, que celebran sin incidencias el "hach" que todo musulmán debe cumplir al menos una vez en la vida, y uno de los cinco pilares del islam.
El esperado sermón del gran muftí de Arabia Saudí, uno de los momentos culminantes de la peregrinación, aludió ayer a las revoluciones sin mencionarlas directamente, y abogó por que los musulmanes obedezcan a sus gobernantes.
El muftí, jeque Abdulaziz al Sheij, subrayó la importancia de que el musulmán obedezca a su gobernante, rece por él y no entre en disputa por el poder, y, asimismo, la necesidad de que la autoridad sea justa y disponga una vida plena a su pueblo.
"Los liderazgos de los países musulmanes deben trabajar para imponer la justicia, combatir la corrupción y poner como prioridades los intereses de sus pueblos, y la gente debe unirse en torno a sus gobernantes", subrayó el clérigo.
Asimismo, hizo hincapié en su discurso en que los pueblos musulmanes deben tratar de resolver los problemas de manera pacífica "lejos del caos y el derramamiento de sangre".
PELIGROSA ETAPA A su juicio, "el pueblo musulmán atraviesa por una de las más peligrosas etapas de su vida, ya que afronta circunstancias y desafíos difíciles, divisiones y conflictos internos, y una ofensiva feroz por parte de sus enemigos, además de una flagrante injerencia en sus asuntos".
Por todo ello, puso como ejemplo su propio país, que constituye, según al Sheij, "un modelo ideal en el que el pueblo y su liderazgo están unidos".
En una línea muy similar se había manifestado esta semana en una rueda de prensa el recién nombrado príncipe heredero de Arabia Saudí, Nayef bin Abdelaziz, también ministro del Interior, que, pese a las esporádicas protestas en su país, consideró que "la realidad ha confirmado la comunión que existe entre el pueblo y el Gobierno saudíes".
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