Aquella tradición de convivir con los muertos, aunque sea un día al año, nació antes de la llegada de los españoles y aún se mantiene vigente. La irrupción de la religión católica no acabó con esta costumbre; es más, ambas culturas confluyeron y conviven hasta el presente.
Albó —quien además de sacerdote jesuita es antropólogo español— indicó que “en Bolivia casi no hay diferencia entre el Día de Todos Santos y el Día de los Difuntos, ambas celebraciones van juntas”.
Para el experto, durante esta época existe una confluencia de creencias europeas y latinoamericanas. Sostuvo que ambas culturas “se han posesionado en una misma cosa y el punto central en unos y otros es sentir que los difuntos están vivos, y que tienen otra forma de vida. Hablamos de seres que están vivos y los recordamos una vez al año y estamos junto a ellos. Les tenemos cariño y así nos protegen”.
Aquel encuentro entre los seres que se han ido y los que permanecen en este mundo se produce en la mesa, donde los vivos colocan los manjares preferidos de sus difuntos.
Herencia. El antropólogo David Mendoza también utiliza la palabra sincretismo para referirse a la fecha. “Hablar del Día de Todos Santos y del Día de los Difuntos significa hablar de las costumbres heredadas de los pueblos indígenas de la cultura aymara y quechua que se ha cristianizado por la imposición colonial de la Iglesia Católica”.
Por un lado, según Mendoza, está la fiesta de las almas, de los ajayus (espíritus), de las chullpas, de los ancestros, de las lluvias para fertilizar la tierra; y en la otra acera están los referentes católicos, las misas en los templos católicos y el empleo de los símbolos heredados de España.
El fenómeno atravesó el país del campo a la ciudad; sin embargo, señaló Mendoza, en el área rural se conservan las costumbres con mayor identidad. “Hay música adecuada para la celebración, la gente va a los panteones, se hacen oraciones. Después, en la comunidad, hay ritos de fertilidad para la época de lluvias que dura desde noviembre hasta carnavales. Existe toda una ritualidad que aún se conserva”.
En la ciudad, especialmente en la urbe paceña, hay una preeminencia católica, aunque también hay la costumbre de ir al cementerio y seguir con algunos ritos como la elaboración de las masitas o los altares que se levantan para los difuntos.
La celebración de Todos Santos tiene una mayor influencia en el mundo aymara y quechua, en la parte occidental del país. Para Mendoza, los migrantes también han llevado la celebración a las urbes del noreste.
Albó explicó que en las tierras bajas el Día de los Difuntos depende de la cultura que celebra la fiesta. “Por ejemplo, para los guaranís el retorno de los finados es en Carnaval, así, depende de las culturas”.
En el país, la muerte está relacionada con la vida y luce sus galas en estos días. Igual que aquel inca cuyo cadáver era venerado por los suyos.
Dos fechas claves de noviembre
1 de noviembre
La Iglesia Católica conmemora el Día de Todos Santos y está instituido en honor de los patronos conocidos y desconocidos. El homenaje fue instaurado por el papa Urbano IV, para compensar cualquier falta en el calendario a las fiestas de los santos durante el año.
2 de noviembre
La fecha también se la conoce como la fiesta de Todos los Fieles Difuntos. Se eligió esta jornada por la cercanía con la celebración de Todos Santos. Para la comunidad católica, esta fecha es un día feriado. En Latinoamérica, especialmente en México, se rinde un homenaje especial a la muerte.
Cuando las almas visitan a sus seres queridos
En el dossier Todos Santos, del Programa de Investigación Estratégica en Bolivia (PIEB), el antropólogo y escritor Édgar Arandia explica que durante esta jornada se vive “una fiesta que moviliza a todas las zonas, en mayor o menor grado.
El rito de la celebración no ha variado sustancialmente con el tiempo; el 1 de noviembre se prepara la ‘mesa’, una especie de altar en el que ocupa lugar preferencial la fotografía del difunto, con masitas, frutas y las comidas y bebidas que más le gustaban en vida, para recibir a su alma que, según la creencia, llega al mediodía. Además, algunas familias suelen poner su música favorita y contar anécdotas sobre su vida”.
En el mismo documento, publicado el 2007, Arandia señala que los recién fallecidos son “almas nuevas”. Son almas a las que se les debe recibir y despedir de la mejor manera y el mismo rito debe repetirse por lo menos tres años. Si esto no sucede así; entonces se cree que podrían molestarse e “interferir en los planes de los que se quedaron”.
Las almas se quedan en este mundo durante un día. Así, el 2 de noviembre vuelven a su mundo. Y, previamente, los parientes ofrecen meriendas o masitas a quienes rezan por sus difuntos.
Años atrás, el Concejo Municipal prohibió que la celebración se efectúe en el interior del Cementerio General, argumentando que los dolientes bebían en exceso. El municipio no pudo con la tradición y ahora se abrieron las puertas del camposanto, aunque está prohibido el consumo de alcohol.
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