domingo, 7 de mayo de 2017

Tarijeños despidieron al padre Miguel Donahue



Entre lágrimas, pañuelos blancos y cantos tradicionales tarijeños, cerca de 400 personas se despidieron de quien en vida fue el Padre Miguel Donahue.

Una persona altruista que llegó hace años a Tarija para ponerse al servicio de los niños con capacidades diferentes, y aquellas personas de menos recursos. El entierro se desarrolló ayer en el mausoleo del cementerio de la comunidad de El Cadillar, del municipio de Méndez.

En primera instancia se llevó a cabo una misa en la capilla de La Loma de San Juan, posteriormente los asistentes se trasladaron en diferentes vehículos hasta El Cadillar. A las 11:38 horas, una caravana de devotos que acompañaba el cuerpo del padre, llegaron hasta el campo santo de esa jurisdicción.

Muchos no pudieron contener sus lágrimas y, durante el acto, no faltaron quienes quisieron expresar unas palabras para agradecer todo lo que en vida hizo el padre Donahue: las obras o historias vividas con él.

En una de las intervenciones de sus más allegados, se conoció que ofreció ser donante de órganos una vez que falleciera, con la finalidad de ayudar a vivir a otras personas. Sin embargo ese deseo no se le pudo conceder, pues su organismo estaba muy deteriorado.

Su médico de cabecera contó que el padre hablaba de su muerte como quien se prepara para “asistir a una fiesta”, ya que sabía que se iba a encontrar con Dios. Agregó que su deseo era que no lloren durante su entierro, sino que se pongan felices porque muy pronto se encontraría en otro reino.

Las personas con capacidades diferentes de varias instituciones también se pronunciaron y mientras lo hacían, la voz se les quebrantaba al hablar, pero aún así mostraron su cariño y aprecio a un hombre que supo dar su vida y todo su servicio a favor de quienes más lo necesitan.

A las 12:45 horas todo concluyó y, una por una, las personas empezaron a despedirse. Lo enterraron en el cementerio de un pueblo que él quiso mucho, y en donde vivió gran parte de su vida.



Una vida llena de obras en Tarija

El administrador de ANET, Milton Sánchez, fue una de las personas que trabajó de la mano del padre Miguel Donahue (de nacionalidad estadounidense). Él cuenta cómo el padre llegó desde San Miguel de Sicuani de Perú en el año 1986.

Desde ese instante, y junto con el apoyo de un grupo de sus pares, fundó el centro ANET y el Centro de Educación Especial Bartolomé Attard (Ceeba) con el objetivo de brindar servicios en pro de los niños, niñas, jóvenes y todas las personas con discapacidad. Posteriormente fundó el centro Aprecia, Cerfi, Ceadi, El Refugio.

Fundó dos casas de amistad, una de mujeres y otra de varones. El objetivo fue que los niños que vivían lejos de la ciudad puedan vivir en esos hogares y puedan continuar sus estudios en el colegio.

Donahue fue el gestor para que en otros municipios como Bermejo, Yacuiba y Villa Montes se creen centros de educación especial. Todos éstos, más los de Tarija fueron acreditados por el Ministerio de Educación como unidades educativas.

“En su vocación de servicio del padre Miguel, siempre nos dijo que ´todas las personas, sin importar condición, credo o raza, todos son sujetos de derecho´, y las personas con discapacidad están en este grupo”, expresó.

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