Ante las precarias condiciones en las que se encuentra el sistema de salud en el país por la falta de medicamentos, equipamientos, ítems para profesionales médicos y muchas otras deficiencias, la Iglesia Católica hizo ayer un llamado a las autoridades gubernamentales a mejorar esas condiciones y evitar “electoralizar” las exigencias de mejoras.
En su homilía del ayer, el Arzobispo de la Arquidiócesis de Santa Cruz de la Sierra, monseñor Sergio Gualberti, reflexionó en torno a los últimos problemas surgidos, como el caso del niño Sebastián, que puso al descubierto las múltiples necesidades en las que se debaten los miles de enfermos en todo el país.
En ese contexto, monseñor Gualberti expresó su solidaridad con los padres, familiares y todos los que están involucrados en esa tragedia que ha impactado a todos, pero que la Iglesia no juzga esos hechos desafortunados, porque para eso están las autoridades.
“Esta desventura ha desvelado una vez más el estado deplorable y las graves deficiencias en que se encuentra el sistema de salud pública en nuestro país”, dijo.
Lamentó los vanos “clamores” que durante muchos años hace la Iglesia a las autoridades gubernamentales, para que se prioricen políticas sociales por encima de todos los demás rubros.
“Ha llegado la hora inaplazable de implementar las mejoras sin cálculos o afanes electoralistas, pensando en las personas enfermas, los pobres, los niños huérfanos y abandonados, los ancianos y todos los sectores vulnerables descartados de la sociedad”, afirmó.
Añadió que como Cristianos, estamos llamados a unir nuestros esfuerzos para que esto se haga realidad acogiendo con agrado la invitación del papa Francisco a orar por los operadores de salud en particular por los médicos que hoy celebran su día.
“Como dice el Papa orar para que los médicos pongan todos su esfuerzos en dignificar cada día más su profesión y para acompañar, cuidar y valorizar el inmenso don a las personas que sufren de alguna enfermedad”, afirmó.
“El papa Francisco dice que los enfermos son un don, no sólo para los médicos, sino para todos nosotros. Nos recuerda nuestra fragilidad y que todos estamos de paso; pongamos toda nuestra confianza en el señor, con la certeza de que como dice el salmo, el señor escucha el clamor de nuestras súplicas, inclina su oído hacia nosotros cuando nosotros lo invocamos”, concluyó.
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