Una inmigrante boliviana que reside en Corea del Sur, Agnés Palomeque Ramonet, fue una de las integrantes de la reducida comitiva que dio hoy la bienvenida al papa en el aeropuerto a su llegada a Seúl. La treintena de personas que esperaban a Jorge Bergoglio en la pista de aterrizaje incluyó a miembros de varios colectivos, entre los que se encontraban Palomeque y una mujer filipina como representantes de los inmigrantes en el país asiático.
La boliviana aprovechó la oportunidad cuando fue presentada y, papa, a diferencia del resto de los miembros de la comitiva, se dirigió al papa y le transmitió en español el "enorme cariño" que se le tiene en su comunidad.
Los inmigrantes bolivianos en Corea del Sur suman aproximadamente un centenar de personas, según la legación de Bolivia en Seúl, una cifra muy pequeña en comparación con las comunidades de otros países latinoamericanos.
Francisco también saludó a su llegada a la base aérea de Seongnam (al sur de Seúl) a varios líderes de asociaciones de discapacitados, dos refugiados de Corea del Norte y cuatro familiares de víctimas del naufragio del ferri Sewol, a los que prestó especial atención y dedicó unas palabras de consuelo.
La madre de uno de los 250 estudiantes de bachillerato fallecidos en la tragedia del pasado abril rompió a llorar cuando el papa le estrechó la mano y le dio su pésame.
Francisco permanecerá cinco días en territorio surcoreano, en los que participará en la Jornada de la Juventud Asiática (JJA), que tendrá lugar mañana al este del país, y en la beatificación de 124 mártires coreanos el sábado en la céntrica plaza de Gwanghwamun en Seúl.
Se trata de una visita histórica al ser la primera de un papa en 25 años a Corea del Sur, un país que alberga a 5,4 millones de católicos, más del 10 por ciento de la población.
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