El arzobispo de la Iglesia católica en Cochabamba, Óscar Aparicio, aprovechó la homilía de Corpus Christi para exhortar a la población sobre la necesidad de defender la vida como “un don de Dios que nadie debería arrebatar”, en clara alusión a la ley que propone aprobar la legalización del aborto para adolescentes y mujeres de escasos recursos.
La misa central de Corpus Christi comenzó ayer a las 9:00 en la Catedral de esta ciudad, con la presencia de autoridades departamentales, eclesiales y creyentes católicos. “Tenemos que aprender a respetar la vida, porque el ser humano no tiene derecho a tomarla, ya que la vida es un don, es un regalo de Dios y no se quita. La custodiamos, la vamos a defender”, dijo.
Asimismo, reflexionó a los asistentes sobre la urgencia de “construir una sociedad que defienda la verdad y los valores que se profesa como cristianos”. De igual manera, convocó a las autoridades a trabajar en conjunto, buscando el bien común. Al concluir, hubo una procesión de la Eucaristía, como símbolo de la consagración del cuerpo (pan) y la sangre (vino) de Jesús, por calles llenas de alfombras de flores, diseñadas artísticamente. En Quillacollo, alrededor de 20 colegios y una decena de grupos parroquiales se dieron cita en la cercanías del templo de San Ildefonso, sobre la calle Héroes del Chaco y la plaza 15 de Agosto, para armar las 30 alfombras florales. Estudiantes, padres de familia y profesores de colegios católicos trabajaron en el diseño y el armado de los mosaicos, desde las dos de la madrugada.
Decenas de bolsas llenas de flores de distintas tonalidades y de aserrín de colores, teñidas por los mismos estudiantes, fueron empleadas en la elaboración de los mosaicos, para darles una apariencia “tridimensional”.
Arte religioso Los estudiantes, tanto del Cercado como Quillacollo, armaron alfombras de flores para representar los símbolos católicos.
Estudiantes invierten en flores Bs 300
Cada mosaico requiere una inversión de al menos 300 bolivianos en flores. En Quillacollo, la Alcaldía otorga espacios de seis por nueve metros a cada unidad educativa para que los estudiantes puedan desplegar su arte, que es financiado por ellos mismos.
Adelia Andrade, profesora del colegio Calama, señaló que el proyecto es plasmado con el apoyo de la comunidad. “Todos los alumnos hacen llegar sus donativos, ya sean pequeñas sumas económicas o en materiales. Se invierte cerca de 300 bolivianos, tan solo en la compra de las flores”.
Javier Cruz, estudiante de la Promoción 2017 del colegio San Martín de Porres, dijo que los aserraderos les regalan el aserrín.
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