Hoy se recuerda la Pascua, día de la Resurrección del Salvador que retorna a nosotros lleno de amor para dispersarlo en el mundo entero, después de haber sido golpeado, torturado y crucificado, hechos que recordamos en la Semana Santa como su pasión y muerte.
Tras los días de reflexión, nos encontramos fortalecidos en el corazón y el conocimiento por la muerte de Jesús que sobrevivió ante el odio y la violencia para confirmar que no son la última palabra y al contrario a partir de este hecho, surge la vida, la resurrección y el consuelo de Dios.
La Pascua de Resurrección, recuerda que después de la crucifixión, Jesús aparece ante sus apóstoles y luego sube hacia los cielos para estar a la diestra de su padre Dios, finalizando de esta manera la Semana Santa.
Los cristianos recordamos como prueba de este hecho, el sepulcro vacío donde fue enterrado el cuerpo de Jesús, quién apareció ante sus apóstoles que celebraron la derrota del pecado y de la muerte, además de celebrar la liberación de Cristo y por ende de la humanidad.
Cristo triunfó sobre la muerte y con esto abrió las puertas del Cielo a los creyentes. En la Misa dominical se recuerda de una manera especial. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo Resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando se conmemora la subida de Jesús al Cielo.
La llegada de la Pascua, fue esperada con ansias en la vigilia realizada en horas de la noche en el templo de la Catedral Virgen de la Asunta y otros templos de la ciudad, donde cientos de católicos, elevaron oraciones y cánticos a la espera de la gran noticia.
LOS HUEVOS DE PASCUA
Los primeros cristianos -que eran judíos- celebraban la Pascua de Resurrección a la par cronológica que la Pascua judía. Pero desde el Concilio de Nicea los cristianos separaron la celebración de la Pascua judía de la cristiana, quitándole los elementos hebreos.
El huevo de pascua se origina en el huevo que participa en los ritos del Séder pascual, que simboliza el duro corazón del Faraón que no dejaba salir al pueblo hebreo. Posteriormente, los cristianos tomaron la idea del huevo y lo tomaron como la salida de la nueva vida (resurrección).
El hecho de asociar el huevo a la fertilidad y por coincidir la Pascua con la estación primaveral (en el hemisferio norte), estación fértil por excelencia, hace que se establezca por toda Europa como símbolo de la Pascua. De modo que rápidamente comenzaron a elaborarlos utilizando distintos ingredientes. Primero fue el azúcar, luego el chocolate.
Por este motivo como símbolo de fertilidad, esperanza y renacimiento, se regalan huevos de pascua, los cuales son vendidos en la puerta de los templos y en los centros de expendio; a pesar de no ser una tradición muy nuestra, esta fue incorporándose a las costumbres de Semana Santa.
CIRIO PASCUAL
Se llama Cirio Pascual a la vela que se enciende en la Vigilia Pascual como parte de la liturgia católica del Sábado Santo.
El cirio se encendía con el fuego nuevo y también servía para la bendición de las fuentes bautismales. Otros atribuyen el origen del cirio pascual a las columnas de cera que Constantino mandaba encender la noche de Pascua.
Se enciende el cirio con el fuego nuevo diciendo: “Que la Luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y nuestro espíritu”.
Tras los días de reflexión, nos encontramos fortalecidos en el corazón y el conocimiento por la muerte de Jesús que sobrevivió ante el odio y la violencia para confirmar que no son la última palabra y al contrario a partir de este hecho, surge la vida, la resurrección y el consuelo de Dios.
La Pascua de Resurrección, recuerda que después de la crucifixión, Jesús aparece ante sus apóstoles y luego sube hacia los cielos para estar a la diestra de su padre Dios, finalizando de esta manera la Semana Santa.
Los cristianos recordamos como prueba de este hecho, el sepulcro vacío donde fue enterrado el cuerpo de Jesús, quién apareció ante sus apóstoles que celebraron la derrota del pecado y de la muerte, además de celebrar la liberación de Cristo y por ende de la humanidad.
Cristo triunfó sobre la muerte y con esto abrió las puertas del Cielo a los creyentes. En la Misa dominical se recuerda de una manera especial. Se enciende el Cirio Pascual que representa la luz de Cristo Resucitado y que permanecerá prendido hasta el día de la Ascensión, cuando se conmemora la subida de Jesús al Cielo.
La llegada de la Pascua, fue esperada con ansias en la vigilia realizada en horas de la noche en el templo de la Catedral Virgen de la Asunta y otros templos de la ciudad, donde cientos de católicos, elevaron oraciones y cánticos a la espera de la gran noticia.
LOS HUEVOS DE PASCUA
Los primeros cristianos -que eran judíos- celebraban la Pascua de Resurrección a la par cronológica que la Pascua judía. Pero desde el Concilio de Nicea los cristianos separaron la celebración de la Pascua judía de la cristiana, quitándole los elementos hebreos.
El huevo de pascua se origina en el huevo que participa en los ritos del Séder pascual, que simboliza el duro corazón del Faraón que no dejaba salir al pueblo hebreo. Posteriormente, los cristianos tomaron la idea del huevo y lo tomaron como la salida de la nueva vida (resurrección).
El hecho de asociar el huevo a la fertilidad y por coincidir la Pascua con la estación primaveral (en el hemisferio norte), estación fértil por excelencia, hace que se establezca por toda Europa como símbolo de la Pascua. De modo que rápidamente comenzaron a elaborarlos utilizando distintos ingredientes. Primero fue el azúcar, luego el chocolate.
Por este motivo como símbolo de fertilidad, esperanza y renacimiento, se regalan huevos de pascua, los cuales son vendidos en la puerta de los templos y en los centros de expendio; a pesar de no ser una tradición muy nuestra, esta fue incorporándose a las costumbres de Semana Santa.
CIRIO PASCUAL
Se llama Cirio Pascual a la vela que se enciende en la Vigilia Pascual como parte de la liturgia católica del Sábado Santo.
El cirio se encendía con el fuego nuevo y también servía para la bendición de las fuentes bautismales. Otros atribuyen el origen del cirio pascual a las columnas de cera que Constantino mandaba encender la noche de Pascua.
Se enciende el cirio con el fuego nuevo diciendo: “Que la Luz de Cristo, resucitado y glorioso, disipe las tinieblas de nuestro corazón y nuestro espíritu”.
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