martes, 2 de noviembre de 2010

Rezadores del campo llegan para despedir a las almas y llevarse alimento a sus casas

Despacho: Según la tradición, hoy las almas vuelven al cielo. La gente rezará por pan, que llevarán luego a sus familias en el campo.

Padre Nuestro en aymara, rezos con los nombres de los difuntos, que tienen un ritmo entrecortado, otros con cánticos. Así son las oraciones que elevan los rezadores que llegaron del área rural hasta el Cementerio de Villa Ingenio en la ciudad de El Alto. Por ese ritual esperan llevarse hoy pan y otros alimentos suficientes para su familia.

“Hemos venido junto con otros vecinos de la provincia Los Andes, en el campo. Estamos aprovechando Todos Santos para llevarnos pancito y rezamos por las almas benditas”, dijo a La Prensa Francisco Quisbert, de 69 años que —cargado con una bolsa de yute— comenzó ayer a ofrecer sus oraciones para los difuntos en el cementerio alteño a cambio de pan, fruta, pasankalla o dulces.

Quisbert habló con este medio luego de rezar por el alma de Petrona Limachi, suegra de Santiago Callisaya, quien armó su mesa para recibir el alma de su difunta madre política en su propia tumba. “Mañana (hoy) es muy lleno, por eso nos hemos adelantado para venir y hacer rezar. En esta media hora que hemos estado han venido unas 15 personas que se han llevado hasta ají de arveja. Unos lo hicieron cantando en coro, otros bajito, en aymara sobre todo porque vienen del campo”.

Jaime Ramos también armó la mesa para su madre, Leonarda Ramos, en su propia tumba. “Llegamos de Cochabamba sólo para esto. Mi mamá falleció por negligencia y no debe estar tranquila, por eso estamos haciendo rezar. En una hora ya han debido venir unas 50 personas, entre chicos, mayores y ancianos”.

Enrique Vargas, quien pidió por el alma de Ramos, se fue feliz por el pan y la fruta que les dieron a él y a su nietito por sus rezos. “Entre varios hemos venido desde Mairapata, en la provincia Los Andes. Allá no hay esto, por eso venimos a llevarnos alimentos”, contó.

Mario Coteles, oriundo de la provincia Camacho, llegó temprano en la mañana del lunes y se irá el martes en la noche. “De mi comunidad hemos salido una 30 personas sólo para rezar”.

Sara Choque, quien recordó a su hermana fallecida recientemente, con una mesa en su tumba, también recibió la visita de una veintena de rezadores en una hora. “En platito les he dado comida”.

Jaime Avaroa, de Vilaque, en la provincia Los Andes, se mostró satisfecho por lo recibido. “Venimos entre 15 personas. Algunos se fueron a otros cementerios en La Paz”. Todos seguirán hoy en esa faena.

En Cochabamba se vive la wallunk’a, ofrenda a la vida

Pasado el medio día del 2 noviembre, como por arte de magia, en Cochabamba desaparece todo signo de tristeza y congoja para que la dicha y el gozo se apoderen de todos. Comienza el ritual de las wallunk’a como una ofrenda a la vida y al amor, que son los signos de alegría, felicidad y diversión, según la tradición cochabambina.

Los tradicionistas vallunos dicen que la wallunk’a es una práctica y ofrenda de sana sensualidad y desborde de erotismo que tiene como protagonistas a las hermosas doncellas vallunas: las cholitas que son el centro de todas las atenciones, reportó ANF.

La wallunk’a o columpio es producto de la imaginación lúdica de los ancestros; una invención inigualable para alcanzar el cielo con nuestros pies y coronar nuestros deseos y anhelos irresueltos. Es un pendular eterno entre la vida y la muerte.

Antaño, la wallunk’a se armaba en fuertes y vigorosos molles o eucaliptos que, con el transcurrir del tiempo, fueron reemplazados por dos postes con un soporte superior para amarrar las cuerdas donde subirán las cholitas que serán jaladas por dos robustos y enérgicos jóvenes. Ellos son quienes las ayudarán a columpiarse y cumplir su objetivo de arrancar el canastillo de flores y otras sorpresas, en medio de cantos y coplas amatorias y picarescas.

La celebración de la fiesta de Todos Santos en Bolivia tiene sus peculiaridades, ritos y matices, pero también tiene arraigo y simbolismo en el mundo andino, donde la muerte se convierte en un acto festivo como prolongación de la vida.

Cierran perímetro del cementerio

Varias vías serán cerradas al tráfico vehicular este martes 2 de noviembre, día de Todos los Difuntos, para facilitar el acceso de cientos de visitantes al Cementerio General, donde recibirán a las almas de sus seres queridos con flores, alimentos y bebidas, como manda esta tradición nacional.

La avenida Mariano Baptista será cortada, desde la plaza Garita de Lima hasta la Reyes Cardona y, consecuentemente, las calles adyacentes que confluyen a la misma, es decir la calle Gonzales y las avenidas Kollasuyo, Héroes del Pacífico y Sebastián Pagador (hacia el norte). Hacia el sur se cerrarán las calles Diez de Medina, Lino Monasterios y la José María Achá. Hacia el este, quedarán cortadas la avenida Kollasuyo, la calle José María Asín y la Tahuantinsuyo. Al oeste, al menos cinco cuadras de la avenida Entre Ríos.

Para quienes quieran conectarse con La Portada y el Centro, se tendrá como alternativas para el tránsito las calles Reyes Cardona y la José María Asín en dirección a la avenida Kollasuyo, además de la calle Policarpio Eyzaguirre y la calle Bertonio hacia la avenida Apumalla. Otra alternativa es la avenida Entre Ríos y las calles Nueva York, Obispo Valderrama, en doble sentido.

La muerte recibe versos infantiles

Escribir versos a la muerte en un papalote (cometa) y atravesar un caleidoscopio de calaveras son algunas de las opciones que brinda a los niños la Feria de las Calacas, parte de las festividades del Día de Muertos en México.

Las calacas, alegres esqueletos que representan el lado festivo de la muerte, fueron creadas por el grabador José Guadalupe Posada a finales del siglo XIX y se han convertido en el emblema de esta fiesta mexicana.

“Es una metáfora de las palabras al viento, vamos a escribirle a la Muerte como si la tuviéramos enfrente, o en el aire, o a un difunto, y mostrarles que la celebración de la muerte es muy bella”, explicó la poeta zapoteca Natalia Toledo. “La Catrina” o “La Pelona” son algunos de los apodos que recibe la Muerte en el país, protagonista de coloridas ofrendas y altares que recuerdan a quienes ya no están, y de las invasiones musicales que despiden por unas horas el silencio en cementerios. EFE

Fiesta de los difuntos

En Sucre, la Alcaldía prohibió el consumo de bebidas alcohólicas y el uso de bandas dentro del cementerio.

Allí, la fiesta de Todos Santos comienza el 31 de octubre —dedicada a las pequeñas almas— y continúa el 1 y 2 de noviembre.

En el municipio San Juan, de Santa Cruz —donde viven descendientes de japoneses—, celebran dos veces al año la llegada de almas.

En Santa Ana de Yacuma, Beni, las familias acompañan a sus muertos en el cementerio hasta la madrugada, sin bebida ni música.

En la ciudad de Oruro, la fiesta de Todos Santos es el paso para comenzar con los preparativos del Carnaval del próximo año.

En Arbieto, Cochabamba, las autoridades municipales prepararon una agenda para rescatar masthaku y la wallunk’a.

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