lunes, 27 de marzo de 2017
Los años desconocidos de Jesús
La mayor parte de la vida, experiencias y obras de Jesús de Nazaret durante su niñez y juventud permanecen en el misterio, pero lo poco que se conoce o adivina de aquellos primeros “años perdidos” causa fascinación y sorpresa.
“La fecha del nacimiento de Jesús es el primer dato en que los expertos no se ponen de acuerdo”, según Lluís Busquets i Grabulosa, licenciado en Teología por la Universidad Pontificia Gregoriana de Roma (Italia), escritor, profesor y periodista. (https://lluisbusquetsgrabulosa.wordpress.com/).
Busquets i Grabulosa es autor, entre otros libros, de "Última noticia de Jesús el Nazareno" y "La historia oculta. María, madre de Jesús, y María Magdalena". También ha editado, en catalán, "Herejes, perseguidos y excomulgados: La cara oculta de la historia de la iglesia", "Jesús era un hereje" y "Dios, el mal y mi cáncer".
Basándose en un detallado análisis de los Evangelios y de los principales estudios teológicos y obras de los estudiosos de la historia sagrada, este experto repasa, tres hechos importantes y controvertidos de infancia y juventud de Jesús.
“Es sabido que Jesús el Nazareno habría nacido antes de la era cristiana a causa de un error cometido en el siglo VI por Dionisio Aeropagita, un monje discípulo de San Pablo, que quiso fijar el inicio de nuestra era en relación al calendario romano y erró en unos cuantos años”, explica.
Añade que “para el profesor y sacerdote Armand Puig Tàrrech (Tarragona, España, 1953) Jesús habría nacido entre el 1-X-07 antes de Cristo (aC) y el 30-IX-06 aC, y habría muerto el 7-IV-30 después de Cristo (dC), a los 36/37 años de edad (“Jesús, una biografía” editorial Destino), pero no todos los autores estarían de acuerdo con esto”.
“Para Étienne Trocmé (Francia 1924-2002), Jesús habría nacido el año 4 aC (“La naissance de christianisme”); mientras que el francés Jean Paul Roux propone que este hecho ocurrió entre el 8 y el 4 aC (“Jesús de Nazaret”, 1993) y el también galo Jacques Duquesne afirma que ocurrió entre el 6 y el 3 aC (“Jesús”, 2004), por no citar otros autores”, apunta Busquets i Grabulosa.
Respecto de la familia de Jesús, este licenciado en Teología, señala que los evangelios refieren que Jesús tenía “hermanos y hermanas”.
“La tradición lo ha despistado como primos o parientes pero, de acuerdo con san Jerónimo, puede admitirse perfectamente que José se casó con María viudo de un primer matrimonio del cual, al menos, habría tenido cuatro varones (Jaime o Santiago, José, Judas y Simón) y dos chicas de las que desconocemos el nombre” declara Busquets i Grabulosa.
Una singular relación
Según este experto, los hermanos de Jesús mencionados con sus nombres en los Evangelios de Mateo y Marcos, resultan un grupo bien identificado, diferente de los discípulos, y llegarían a ser los “hermanos del Señor”, en las primeras comunidades cristianas.
Añade que “existen indicios de que la relación de Jesús con los suyos fue singular y anómala, en ocasiones, tanto en el templo a los doce años como en la ciudad de Cafarnaúm”.
“Los suyos —¿para ahorrarle problemas?— lo quieren hacer pasar por loco”, señala Busquets i Grabulosa, quien añade que, cuando alguien le dijo que su madre y hermanos lo buscaban, Jesús contesta: “¿Quién es mi madre y mis hermanos? [...] Quien cumpla la voluntad de Dios, este es mi hermano, mi hermana y mi madre”.
“Humanamente, María no podía sentirse demasiado contenta ni orgullosa cuando una mujer gritó a Jesús: Dichoso el seno que te llevó y los pechos que te amamantaron y éste le respondió: Más bien, dichosos los que escuchan la palabra de Dios y la guardan, recalca el especialista.
Este autor ha explicado en trabajos anteriores que Jesús quiso superar la familia sanguínea (en su tiempo, patriarcal y esclavizante para la mujer) en pro de la construcción de “otra” familia más liberal.
Por otra parte, “ser galileos, como lo eran María, José y sus hijos confería de por sí una pátina de rebeldía resistente”, prosigue.
Para Busquets i Grabulosa, “la historia de María y José les llevaría a presenciar y entender tantas rebeldías en su territorio, que algo de todo ello debía impregnar la personalidad de Jesús”.
“A buen seguro que el Nazareno conocía el desfiladero de Arbel, el paso entre las montañas del sur de Galilea, una fortaleza natural con despeñaderos salpicados de cuevas como una colmena. Este lugar era refugio perfecto para los guerrilleros galileos que tuvieron que enfrentarse durante una centuria con los ejércitos asmoneos, romanos o herodianos, a una hora de camino del lago de Genesaret, llamado mar de Galilea”, destaca.
El especialista explica que los galileos solo podían resistir si lograban disponer de ayuda externa de la gente del terruño para que les llevaran agua y alimentos, y esa ayuda no les faltaba nunca.
“Eran resistentes a favor de la tierra contra los invasores, verdaderos héroes, aunque fuesen tildados de rebeldes o terroristas desde el otro bando”, señala este autor.
El viaje al Oriente
Para el escritor e investigador francés Daniel Meurois (www.danielmeurois.com), diplomado en letras por la Universidad de Lille (Francia) y autor de una treintena de libros que abordan la conciencia humana, la espiritualidad y el pensamiento metafísico, el hecho más significativo relativo a la juventud de Jesús es el viaje que habría realizado a través de la India y el Himalaya.
“Mis incursiones en lo que Erwin Laszlo (Hungría 1932) denomina la ‘memoria del campo akásico’ corroboran lo que afirman las tradiciones orales de Cachemira (India) y algunos antiguos escritos tibetanos, que han sido evidenciados por las investigaciones de Nicolas Notovich, a finales del siglo XIX, y es que Jesús viajó a India y el Himalaya”, señala Meurois.
Meurois asegura que su propio trabajo con el campo akásico le ha permitido acceder a detalles y a conocer el itinerario preciso de un viaje que conduciría a Jesús al Himalaya, para regresar finalmente a Egipto, donde fue investido por el Soplo Crístico, en el corazón mismo de la Gran Pirámide, lo cual Meurois detalla en "El libro secreto de Jeshua".
“Este itinerario revela que Jesús frecuentó lugares sagrados y maestros de sabiduría con renombre en aquella época, y nos muestra que seguía una verdadera formación iniciática con el propósito de prepararlo para interpretar el papel que conocemos”, declara Meurois.
Según este escritor, el itinerario de Jesús es muy concreto, “pero es también, y sobre todo, un itinerario interior que puede hacernos entender mejor lo que puede ser la vida de un avatar, es decir, un ser que viene al mundo con capacidades y conocimientos excepcionales con el fin de cumplir una misión”.
“Vemos así que Jesús, como el Cristo, no se ha hecho solo, como afirma el dogma, sino que, a partir de un estado de realización espiritual, ya presente desde su nacimiento, ha sabido reconstruirse, afinarse más en conciencia a través de un trabajo constante sobre sí mismo”, explica.
Para Meurois afirmar esto no es mermar lo que Jesús fue y lo que representa, "sino que es tocar con el corazón lo que ha sido la amplitud del don de su persona”.
Añade que referirse al trabajo de realización espiritual que desarrolló Jesús sobre sí mismo también es comprender que la Liberación del Ser de la que hablan todas las grandes tradiciones “es un estado en el cual la ascensión depende de cada uno de nosotros y el resultado de un crecimiento de la conciencia”.
“Por su itinerario excepcional, Jesús puede ser el modelo perfecto tanto humano como divino”, enfatiza.
Según Meurois, “esta percepción de las cosas no lo presenta como un Salvador en el sentido primero del término, si no como un Mensajero de excepción que viene a enseñar a todos cómo ‘salvarse’ a uno mismo”.
“Jesús se convierte así en el que indica el camino y abre las vías, un inspirador de realizaciones individuales y colectivas”, remata. •
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