“He llegado hasta Sipe Sipe porque el alma de Shirley me ha permitido conseguir un buen trabajo”, asegura Mery Salvatierra. “A mi familia, Gunnar le ha dado salud”, señala Eva Vallejos en el puente Huayna Kápac.
Si bien estas dos personas no se conocen tienen algo en común, una profunda devoción a las denominadas “almas milagrosas” que son motivo de veneración. Shirley, una estudiante que fue asesinada por su pareja, se encuentra en el municipio de Sipe Sipe, a unos 30 kilómetros de Cochabamba, mientras que Gunnar, quien murió tras caer al paso a desnivel en el puente Huayna Kápac está al ingreso de la ciudad.
En Cochabamba se conoce de al menos una docena de las denominadas “almas milagrosas” que atraen a cientos de devotos, quienes religiosamente acuden, los primeros viernes y lunes de cada mes, a los lugares donde murieron estas personas.
Llevan flores, prenden velas en los lugares donde fallecieron, la mayor parte de ellas en forma trágica, y últimamente les encargan misas como una forma de agradecimiento por los favores recibidos.
Uno de los más recientes, y que recibe visitas todos los días, es Gunnar Mamani Chavarría, el joven que murió antes de cumplir los 21 años, tras caer accidentalmente al paso a desnivel, a pocos metros del río Rocha.
La devoción por este joven empezó tímidamente a los pocos meses de su muerte, en 2010, y fue creciendo este año, tras la publicación de un reportaje en este diario.
Ahora, en el puente de Huayna Kápac se ha instalado un tinglado y colocado las fotos de Gunnar en banners.
Otro caso representativo es el del “minerito milagroso”, quien fue asesinado en San Pedro, en 1980, y su cuerpo encontrado en el año 1982.
En la denominada octava colina se encuentra su capilla, adonde llegan sus devotos los primeros viernes de cada mes para rezar y colocar flores.
Shirley, la estudiante de 18 años, en Sipe Sipe, atrae también a cientos de personas que llegan desde Santa Cruz, La Paz y de países como Argentina y Brasil para pedir por trabajo, estudio y salud.
María Antonia Ramírez, de 40 años, vino desde Santa Cruz para pedirle a Shirley un hijo varón. Ella tiene tres hijas.
Abraham Dávila, de 39 años, y Zaida Ramos, de 30, arribaron de Santa Cruz para agradecer porque Shirley les dio trabajo y mucha paz en su hogar. Ellos llegan dos veces al año a Sipe Sipe.
EN EL TRÓPICO
En esta región de Cochabamba hay seis “almas milagrosas” a quienes se les encomienda favores.
Los trabajadores del volante (choferes) les piden protección para llegar sanos y salvos a su destino. También están los policías que oran por su seguridad. Del otro lado, quienes tienen conflictos con la ley o se encuentran involucrados en delitos como el narcotráfico y buscan evadir a la justicia con el favor de estas “almitas”.
Pero en general, los creyentes son personas que se sienten acongojadas por algún problema (económico, de salud y otros) y acuden a ellos para encontrar una salida.
“Marcelito”, un corredor de motocicleta que murió en El Locotal, a la altura del kilómetro 88 de la carretera entre Cochabamba y Santa Cruz, dicen sus fieles, es muy bondadoso con quienes sufrieron algún desperfecto mecánico en sus vehículos o los que quieren adquirir bienes materiales.
También lo reconocen como un gran amigo de la justicia, lo que le lleva a interceder en busca de soluciones a problemas legales de sus devotos.
El “Jailón”, un brujo que murió en un accidente de tránsito, es el encargado de “atender” los “favores” de quienes cometen actos ilegales. Se encuentra en Chimoré y ostenta la riqueza de sus creyentes. Tiene una capilla con pisos de cerámica.
Las flores, velas, coca y algunas bebidas nunca faltan en los lugares donde murieron y que son consideradas zonas peligrosas. Dentro la creencia se dice que estas “almitas” pueden atraer a otras personas a la muerte. Prueba de ello es que muy cerca se encuentran las cruces con los nombres de otros fallecidos a lo largo de los años.
En Ivirgarzama, dos jóvenes a quienes quemaron vivos, luego de acusarlos de varios robos en el lugar, son ahora los guardianes de la Policía.
Sus restos mortales descansan en una urna, en el patio de la Dirección Cantonal de la Policía. Los 10 policías que trabajan cada turno, les realizan ofrendas y no dudan en pedirles favores, que aseguran les conceden las almitas de José y Pedro.
En Villa Tunari, también se encuentran dos “ñatitas”. Los policías del lugar les muestran su respeto a “El Ducalito” y “La Juanita”, que murieron ahogados en uno de los ríos del trópico hace varios años. Cada lunes les encienden velas y entregan flores y les piden por su seguridad y la de sus familias. Los uniformados reconocen que trabajar en estas zonas no es fácil porque la gente se torna violenta y nadie sabe qué esperar. Hasta hace poco, se consideraba como “tierra de nadie” y se quemaban oficinas policiales.
VALLE ALTO
En esta zona reconocen a tres “almas milagrosas”. La más imponente es la de San Benito. Se la conoce como la “cholita sin nombre”, una mujer de 18 años que fue abusada sexualmente y luego asesinada cerca de un río. Hasta el cementerio de este municipio llegan todos los días decenas de personas, incluso desde el exterior, en busca de “favores”. A cambio le regalan flores blancas, velas, plaquetas de agradecimiento y encienden q’oas para venerarla. En su tumba dejan objetos en miniatura como polleras, blusas, casas, cuadernos, cuadros y otros.
Los “angelitos” de Punata, dos niños de 4 y 2 años que murieron asesinados por su padre son visitados por decenas de personas que buscan sus “favores”, principalmente de salud, pero también por quienes solo quieren orar por ellos ya que su historia les conmovió.
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