Los peregrinos caminaron largas distancias para "pagar sus promesas" a la Virgen, cobijada en la Basílica de Caacupé, el templo religioso más grande del país, a unos 60 km al este de la capital.
Frente al presidente Cartes y a su vicepresidente, Juan Afara, el obispo de la diócesis, monseñor Claudio Gimenez, fustigó la corrupción estatal.
"Duele muchisimo que el Paraguay figure entre los países más corruptos (según una última percepción divulgada días atrás por Transparencia Internacional). ¿Cuándo será el día que abandonemos esos lugares de desprestigio y vergüenza?", se preguntó.
Mensajes como el emitido por el obispo insisten en la línea de otras homilías de este año, que se centraron en la corrupción de los políticos.
Las misas de Caacupé y los actos patronales del 8 de diciembre son transmitidos tradicionalmente en directo por la televisión, debido a la masividad del acontecimiento.
Monseñor Gimenez felicitó a los ciudadanos que salieron en masa a las calles para protestar dos semanas atrás por los hechos de corrupción cometidos supuestamente por algunos parlamentarios y por la defensa que hicieron de ellos sus colegas para evitar que sean procesados.
"Gracias a Dios, hay una indignación que surgió en varios sectores, pidiendo que se haga justicia. Eso genera resultados sorprendentes", comentó el prelado.
En la misa central, los obispos y feligresía condenaron la violencia protagonizada por el grupo armado ilegal Ejército del Pueblo Paraguayo (EPP) que en la madrugada de este domingo asesinaron a un efectivo militar en Concepción, su zona de operaciones.
Se trata de la víctima 33 desde que ese grupo comenzó a operar en 2007. "La violencia en el Norte enluta y sigue enlutando a nuestras familias", se lamentó.
La condena se extendió a los que alientan el matrimonio entre homosexuales y a los que promueven el aborto.
Unos 10.000 policías se encargaron de la seguridad en las festividades del sábado y este domingo.
AFP
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