En España y, por consiguiente, en nuestra América, desde la instauración de la religión cristiana, se ha denominado Misa de Gallo a la que se realiza en la noche que va del 24 al 25 de diciembre. Según la tradición, precisamente en la Nochebuena los animales domésticos adquieren el don de la palabra, que pueden hablar entre ellos. Y a las muchas versiones existentes sobre el tema, habría que conceder preferente lugar a esta del gallo.
El primero en anunciar el nacimiento del Niño Dios sería el gallo quien, con su canto sonoro, vendría a decir, como en la primera noche del cristianismo, allá en el portal de Belén: ¡Christius natus est! Es decir: “¡Cristo nació”! Al punto, con un mugido el buey habría preguntado dónde: ¿Ubi? La oveja y la cabra habrían contestado: Betleem. El cuervo habría preguntado: ¿Quando? Y la respuesta de la corneja debió ser: Hac nocte. El asno habría sido el que dio término al coloquio animal poniendo en marcha a toda la comitiva: ¡Euamus!
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