Para los vecinos, sobre todo de las zonas periféricas, no hay la más mínima posibilidad de que la tradicional fiesta de Todos los Santos desaparezca porque cada año se recuperan las vivencias, el significado de ofrendas, las figuras hechas de pan, en especial la personificación de las almas.
La Paz como otras ciudades se vio inundada de caña y fruta para armar las mesas en memoria de los muertos. Recuperar las vivencias de Todos los Santos es devolverle al espíritu de la ciudad un sentido muy preciso, pues lo que diferencia a los pueblos son las maneras de nacer, amar y morir.
Rescatar las vivencias de Todos los Santos es devolverle al espíritu de la ciudad un sentido muy preciso, pues lo que diferencia a los pueblos son las maneras de nacer, amar y morir.
La fiesta de Todos Santos es uno de los momentos trascendentales del calendario. En esta fiesta se cultiva la memoria a los muertos, floreciendo sus tumbas. El cementerio se llena todo el día y las familias van a rendir sus homenajes a la memoria de sus antepasados.
El culto a los difuntos se mantiene, sobretodo en el campo donde el evento se prepara semanas antes de la fecha. El ritual es complejo, porque las familias que perdieron a sus seres queridos hacen grandes esfuerzos para recibir a las almas, ya que deben comprar todos los artículos para armar las mesas.
Esta fiesta se inicia el 1 de noviembre con los preparativos de la mesa para recibir el alma de los difuntos, de manera que al mediodía esté todo listo para su llegada. En esta fecha se cantan "los alabados" o "alabanzas" siendo en su mayoría coplas de inspiración popular que constituyen una tradición en la fiesta que acompañan los sicus y la tropa de tarkas.
La mesa, o altar del difunto, debe estar preparada pues se dice que las almas llegan el primero de noviembre justo al mediodía. Su estructura tiene un lenguaje simbólico de color y disposición de los diferentes elementos que la componen.
Se coloca un mantel negro para las almas de personas mayores y blanco cuando se trata de niños, muchas veces el altar puede ser para ambas edades, mitad blanco y mitad negro.
Para las almas pequeñas, jóvenes y solteros no hay bebidas embriagantes, sólo refrescos, dulces, galletas, frutas, guirnaldas multicolores, predominando el color blanco, como color de pureza del difunto llamado "angelito".
En el altar se colocan los elementos rituales hechos de pan, como escaleras, la cruz cristiana, los Phillus (roscones para colocarse en el cuello de los pasantes de la fiesta), aves diversas, como los cóndores; luego están las conocidas t?ant?a wawas en sus diferentes variedades.
En muchos casos en este lugar se encuentra el epitafio del difunto con su fotografía y la inscripción del nombre y día de su fallecimiento. Encima del altar, cogido por las cañas están las pasanqallas multicolores que asemejan las estrellas del cielo.
Luego viene el espacio donde se colocan las bebidas, las comidas, las galletas, la t?ant?a wawa, t?ant?a caballos, t?ant?a titis (gatos), t?ant?a llamas. De la misma manera están presentes las bebidas, refrescos, cerveza, coca, frutas, biscochuelos, dulces y masitas.
En la parte inferior de la mesa se colocan flores de color blanco y amarillas como la retama, además de los tallos de cebolla (tocoros) que proporcionan a las almas el agua para calmar su sed. En las cuatro esquinas de la mesa se colocan las cañas, que representa los bastones de los difuntos y se adorna la mesa con coronas y suspiros de colores.
Durante esta primera jornada de día y de noche se reciben a los rezadores que visitan las casas donde hay mesas instaladas. El 2 de noviembre se visitan los cementerios con panes, caña, frutas y comida y se hace rezar a las personas que visitan el cementerio. Al mediodía rezan por el almuerzo y por la tarde rezan por las cosas que están en la mesa.
El Alma despacho consiste en recoger la mesa al mediodía pidiendo al alma que regrese al año siguiente para volver a compartir. El ritual de despacho dura tres años hasta que el alma se va satisfecha y no retorne.
El "levantar la mesa" que así se denomina a la invitación a rezar, finaliza con la repartición de las golosinas y manjares que se han puesto a la vista de los asistentes rezadores.
La comida y la bebida son importantes para celebrar y saciar el hambre y la sed de las almas. Hay que cocinar los alimentos y preparar la bebida que le gustaba al ser querido cuando vivía en la familia.
También se preparan los alimentos tradicionales de la época como ají de arvejas, sopa de arroz y trigo, timphu de cordero, sajta de pollo, ají de fideo, kanka o asado de cordero, las masas de quinua llamadas kispiña, mote, habas y queso.
Estos días de celebración de Todos Santos o Día de los Difuntos, las comunidades rurales, los pueblos y las ciudades andinas esperan para despedir a las almas (espíritus) de los difuntos.
La tradición de rezar a las almas es una herencia colonial que por influencia de la Iglesia Católica se sobrepuso a la fiesta de los ajayus o espíritus. Por eso, la oración por las almas forma parte de la celebración de los muertos.
Los resiris somos todos los que vivimos y participamos de la fiesta de los difuntos, cuando se visita a una familia lo primero que se hace es dirigirse a la mesa del altar, allí se hace una oración en memoria del difunto, acción que es retribuida con panes o comida.
El 2 o 3 de noviembre, dependiendo de la región, se despide a las almas hasta el próximo año. Durante este día se sacuden las prendas de los familiares cercanos para que las penas se alejen de la familia. Que los difuntos no se conviertan en almas en pena.