El canto de 500 niñas acogidas en el Hogar de San José y el testimonio de Claudia Yesenia, quien perdió a toda su familia durante un ataque de la guerrilla, mostraron hoy (ayer) al Papa el drama de muchas jóvenes colombianas durante su visita hoy (ayer) a este centro en Medellín.
Francisco visitó hoy (ayer) el hogar de San José fundado por la Compañía de Jesús en su cuarto día de visita a Colombia, donde le esperaban 500 niñas que le entregaron flores y cantaron para él.
Un lugar que en estos más de 100 años desde que fue fundado por los jesuitas tras la Guerra de los 1.000 días ha recibido niños que lograron escapar del horror de la violencia causada por guerrillas, paramilitares y narcotráfico, pero también aquellos que han sufrido la negligencia o el maltrato de sus padres.
En el estrecho patio de este gran edificio pintado de blanco y verde, el Papa se vio rodeado de niñas y recibió el abrazo de decenas de ellas que una a una quisieron acercarse.
Habló el director del centro el monseñor Armando Santamaría Ortiz que dijo que "los niños y los jóvenes nos llegan de todos los rincones del país con el corazón herido por la orfandad, el hambre, el abandono, el desplazamiento, el abuso sexual, la falta de estudio y sobre todo sin hogar completo y sin afecto".
Agradeció la visita del Pontífice en especial por parte de los niños los jóvenes "que hoy le agradecen a Dios Padre el regalo de una nueva vida".
Después tomó la palabra Claudia Yesenia García Ramírez, que se presentó con desparpajo y dos largas trenzas, para contar una realidad terrible.
"Contó que perdió a toda su familia en una masacre provocada por la guerrilla, en San Carlos, Antioquia. Cuando tenía dos años.
"Solo sobrevivimos 10 niños y mi tía. Desde ese momento nuestras vidas cambiaron, yo también me vi afectada, recibí un disparo en el abdomen y una bala rozó mi cabeza y me dejó esquirlas, por lo que estuve mucho tiempo hospitalizada", relató.
Yesenia explicó que su tía no se podía hacer cargo de todos los niños, entre 2 y 8 años, y entonces acudió a monseñor Armando Santamaría, pidiendo ayuda".
"Él nos recibió a todos en los hogares, como nuestra segunda familia. Hoy tengo 13 años y con alegría puedo contar que soy una niña feliz, se sanaron mis dolores y tristezas con el amor recibido y brindó la oportunidad de una vida nueva para mí y mis hermanos", continuó.
Ahora, agregó, "tenemos todo lo que necesitamos para ser felices: la fe, calor de hogar, buena formación, salud, alimento y estudio", dijo la joven que se prepara para ser maestra.
El testimonio de Claudia hizo que el Papa recordase en su discurso "el sufrimiento injusto de tantos niños y niñas en todo el mundo, que han sido y siguen siendo víctimas inocentes de la maldad de algunos".
A los presentes recordó que también el Niño Jesús "fue víctima del odio y de la persecución y también Él tuvo que huir con su familia, dejar su tierra y su casa, para escapar de la muerte".
"Ver sufrir a los niños hace mal al alma porque los niños son los predilectos de Jesús. No podemos aceptar que se les maltrate, que se les impida el derecho a vivir su niñez con serenidad y alegría, que se les niegue un futuro de esperanza", agregó.
El Pontífice les aseguró que "Jesús no abandona a nadie que sufre, mucho menos a ustedes, niños y niñas, que son sus preferidos".
Después se felicitó a los responsables de este Hogar por haber creado "el calor de una familia donde nos sentimos amados, protegidos, aceptados, cuidados y acompañados".
Ubicado desde sus inicios en el barrio Boston, en el centro de Medellín, más de 100 años de historia convierten a Hogares San José en la obra social más antigua de la ciudad.
Actualmente, tienen ocho sedes que suman cerca un millar de menores de edad acogidos.
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