En estos días, Sacaba se convirtió en el centro de atención cultural y religiosa de la región, debido a la festividad de la “Virgen del Amparo”, considerada como una de las imágenes religiosas más importantes del Valle Alto.
La Virgen del Amparo es la patrona de Sacaba. Cada año reúne a miles de feligreses que llegan del interior y exterior del país, para postrarse ante sus pies, agradecerle por los favores recibidos y rendirle pleitesía.
Ayer, toda la población sacabeña se volcó a las calles para vivir la entrada folklórica, donde participaron cientos de danzarines siguiendo el ritmo de morenadas, caporales, diabladas, salay y otros.
En esta ocasión, el alcalde Humberto Sánchez Sánchez resaltó la fe de los habitantes e invitó a los cochabambinos a asistir a este evento religioso.
“Sacaba siempre ha sido considerada una ciudad acogedora e integradora, por lo que, siempre espera a toda la población a participar de su festividad”.
HISTORIA DE LA VIRGEN
Cuenta la leyenda que en 1975 la Virgen apareció en el sector de Korihuma ante un labriego, que estaba en su faena diaria y que ante la precipitación de una tormenta buscó refugio. En ese momento, un
rayo cayó muy cerca de él, partiendo una piedra por la mitad.
Cuando se acercó, observó -con gran asombro- que en ambas caras de la
piedra se hallaba estampada la imagen de la Virgen con el Niño Jesús.
Un labrador y comerciantes de Valle Alto fueron testigos del milagro; estos últimos acordaron llevarse un lado de la piedra para ser venerada y el agricultor tomó
la otra y se la entregó a la parroquia de Sacaba.
A finales del siglo XIX, el templo sufrió
un incendio y para volver a construirlo la Virgen fue llevada al Valle Alto para recaudar fondos. En ese período, la delegación sufrió un atentado de hurto de la imagen y fue uno de los devotos de la comitiva que tuvo una revelación entre sus sueños, indicando que debían abandonar el lugar, ya que de lo contrario sufrirían una tragedia.
Durante la huida los sacabeños llegaron hasta las proximidades del río Canal Mayu y se escondieron en las cuevas existentes en el lugar, implorando con lágrimas en los ojos la protección de la virgen con las siguientes palabras: “Virgencita ampáranos, mamita ampáranos”; milagrosamente pudieron retornar a su localidad. De esta manera, los habitantes mantuvieron la imagen de la Virgen en Sacaba y se quedó con el nombre de la Virgen del Amparo. A partir de entonces, todo el pueblo se unió y comenzó a celebrar su festividad cada tercer domingo de noviembre, con una entrada folclórica de diferentes fraternidades.
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