Allí, los reporteros que ingresaron poco más de una hora antes de que el santo padre llegue al reclusorio, escucharon de boca de los reos datos que los sorprendieron.
Por ejemplo, les hicieron saber que supuestamente la comida que ellos consumen tiene un químico que les provoca daño en su sistema digestivo y se los dan para mitigar su deseo sexual. También contaron que pagan altas sumas de dinero para ser llevados de un pabellón a otro y para obtener un espacio donde dormir.

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