miércoles, 26 de diciembre de 2018

¿Jesucristo tuvo hermanos?



En las representaciones artísticas, en la tradición católica y, por lo tanto, en el imaginario colectivo, la Sagrada Familia está compuesta por José, María y Jesús exclusivamente. Sin embargo, en el Nuevo Testamento aparecen mencionados varias veces los hermanos de Jesús. Un catedrático explica qué dicen las escrituras sobre ellos...

“En el Nuevo Testamento aparece aproximadamente diez veces la palabra ‘hermanos’, en referencia a los hermanos de Jesús. El Nuevo Testamento como tal no expresa la menor duda de que Jesús los tuviera. Es más, en el Evangelio de Marcos, en el capítulo 6, y en el de Mateo, en el capítulo 13, no solo se habla de los hermanos de Jesús con total naturalidad, sino que se dan los nombres de cuatro hermanos y se menciona a sus hermanas, aunque no se dan sus nombres”, detalla Antonio Piñero, catedrático emérito de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, especialista en lengua y literatura del cristianismo primitivo.

De hecho, el citado capítulo 6 del Evangelio de Marcos relata lo siguiente: “Cuando llegó el sábado, se puso a enseñar en la sinagoga y mucha gente lo escuchaba con estupor. Se preguntaban: ‘¿De dónde le viene todo esto? ¿Y qué pensar de la sabiduría que ha recibido, con esos milagros que salen de sus manos? Pero no es más que el carpintero, el hijo de María; es un hermano de Santiago, de José, de Judas y Simón. ¿Y sus hermanas no están aquí entre nosotros?’ Se escandalizaban y no lo reconocían. Jesús les dijo: ‘Si hay un lugar donde un profeta es despreciado, es en su tierra, entre su parentela y en su propia familia’”.

¿Hermanos o primos?

Asimismo, Piñero señala que en el capítulo 3 del Evangelio de Marcos “aparece claramente que, al principio, la familia de Jesús no estaba de acuerdo con que hubiera dejado su trabajo de carpintero en Galilea y se hubiera ido a predicar la venida del reino de Dios, pues pensaban que estaba loco”.

El catedrático explica que este mismo capítulo del Evangelio de Marcos cuenta que un día que estaba Jesús predicando en una casa rodeada por mucha gente, se acercó su familia y quiso hablar con él, pero Jesús no les recibió. “Marcos habla de la madre y los hermanos de Jesús. No dice sus primos, sino sus hermanos”, apunta el experto.

Del mismo modo, indica que a lo largo del análisis de los textos del Nuevo Testamento, fuentes absolutamente distintas, como Pablo de Tarso, el evangelista Marcos o el autor de Hechos de los Apóstoles, se refieren al hermano o hermanos de Jesús.

“En los orígenes del cristianismo no hubo problemas para aceptar que Jesús tuvo hermanos normales. El Nuevo Testamento no se plantea en absoluto otra cosa y no podemos entender, sin forzar el texto, que los presuntos hermanos de Jesús son primos o cualquier otra cosa”, manifiesta.

“A la Iglesia primitiva lo único que le importaba era destacar el nacimiento prodigioso de Jesús, el héroe de la salvación, como un nacimiento maravilloso, espléndido y excepcional porque su madre era virgen. Pero hasta el siglo II al cristianismo primitivo no le preocupó en absoluto lo que hicieran María y José después de que María hubiera concebido, misteriosa y maravillosamente, al salvador”, precisa.

Piñero recalca que la teoría de que María fue virgen antes del parto, en el parto y después del parto y, por lo tanto, que los hermanos de Jesús eran sus primos o bien hijos de un matrimonio anterior de José, empieza aproximadamente a mediados del siglo II en un evangelio apócrifo, es decir, no reconocido por la Iglesia.

Según explica el catedrático de Filología Griega, se trata de un texto que se conoce como el Protoevangelio de Santiago. “Es ahí donde aparece por primera vez que María permaneció virgen siempre y que los hermanos de Jesús eran cualquier otra cosa”, señala.

“Hay que esperar hasta finales del siglo IV, en torno al año 380, con la figura de San Jerónimo para que empiece a defenderse de una manera notable y clara en los libros de teología que los hermanos de Jesús eran sus primos. Esto se hace aduciendo que en un par de casos en el Antiguo Testamento aparece la palabra hermano y que no siempre significa hermano, sino en algún caso primo. No obstante, de miles de casos en los que significa hermanos de verdad, sólo hay un par de casos en los que efectivamente aparece hermano refiriéndose a pariente”, aclara Piñero.

Este estudioso de los textos del cristianismo primitivo asegura que el Nuevo Testamento no da pie a pensar que los hermanos, con sus nombres, que salen en el Evangelio de Marcos y en el de Mateo sean otra cosa que hermanos.

Además, “es sumamente extraño que aparezca varias veces María con los hermanos de Jesús y siempre sean sus primos”, subraya.

Múltiples personajes

En el Nuevo Testamento se mencionan los nombres de cuatro hermanos de Jesús: Santiago, José, Judas y Simón, pero solo hay detalles de la vida de Santiago. Lo único que se sabe de los tres restantes son sus nombres. Este Santiago, que aparece citado en varias ocasiones como “el hermano del señor”, no fue apóstol. Es decir, no se trata de ninguno de los dos apóstoles llamados Santiago.

Según explica Antonio Piñero, Santiago, de alguna manera, expulsó a Pedro del primer puesto de la Iglesia formada por los inmediatos seguidores de Jesús, los apóstoles, y se quedó con el poder. “Esto no lo dice claramente el Nuevo Testamento, pero sí de modo implícito, pues Pedro desaparece de la escena de Jerusalén y después es Santiago quien manda”, relata.

En el capítulo 1 de la Epístola a los Gálatas, Pablo de Tarso habla de cuando viajó a Jerusalén. “Allí vio a dos personajes. Uno es Pedro, que seguía siendo el jefe de la Iglesia. El segundo, no es uno de los doce, sino Santiago, a quien Pablo llama el hermano del señor. Aquí Santiago está claramente de segundo de Pedro”, expone el especialista.

“En Gálatas 2 se ve que, pasados 14 años, cuando Pablo vuelve a Jerusalén hay un concilio para dilucidar si los paganos que creen en Jesús como el mesías tienen que circuncidarse o no. ¿Y cuál es su jefe? Santiago”, cuenta Piñero.

El catedrático señala que lo único que se sabe de Santiago es lo que dice Pablo. Si bien hay una Epístola de Santiago al final del Nuevo Testamento, los historiadores consideran que no pudo escribirla Santiago, sino que lo hizo otro autor y puso el nombre de un personaje famoso para obtener difusión.

“Por la discusión que entabla este Santiago con las cartas de Pablo, tiene que ser un personaje muy tardío, que vivió en un momento en que las cartas de Pablo ya se habían instituido como la base de la interpretación de Jesús, es decir, aproximadamente a finales del siglo I”, destaca.

Piñero aclara que en los primeros tiempos del cristianismo había dos maneras de pensar en Jesús: “la de sus seguidores inmediatos, que lo piensan como un judío, como el mesías solo para Israel; y la de los seguidores de Pablo, que lo consideran un salvador universal para todo el mundo. El cristianismo que triunfa es el paulino”.

El autor de la Epístola de Santiago “no es paulino, es más bien judío”, comenta. El especialista indica que hay que situar esta epístola que discute las teorías de Pablo, en un momento en que las teorías paulinas son defendidas por la mayoría, pero entonces Santiago ya estaba muerto.

Piñero señala que el autor judío fariseo Flavio Josefo, en su obra "Antigüedades de los judíos", dice que en el año 62 un sumo sacerdote llamado Ánanos (Ananías) ejecutó a Santiago, el jefe de la comunidad judeo-cristiana de Jerusalén.

“Pero en el año 62 las cartas de Pablo no se habían difundido por toda la cristiandad y no había nadie que se pusiera a escribir una epístola larga criticando sus teorías. Esto ocurre mucho más tarde, cuando los que van dominando la Iglesia cristiana no son conversos a partir del judaísmo, sino conversos a partir del paganismo”, detalla.

Piñero manifiesta que esta epístola podría haber sido escrita unos 20 años después de la muerte de Santiago. “En la antigüedad era habitual que alguien escribiera un texto y, para que la gente le prestara atención, sacrificase su propia personalidad y pusiese su obra al amparo de un nombre famoso. Esto era bastante corriente entre los judíos”, concluye. •

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