martes, 1 de noviembre de 2016

Don José, el fiel custodio de Urcupiña y de todos los secretos

José Bellot Herrera, es tan conocido por los quillacolleños como la misma Virgen Urcupiña, y como no serlo si desde sus 19 años dedicó su vida al cuidado de su "patrona" (la Virgen), primero como sacristán y ahora como diácono permanente. Decenas de párrocos llegaron al templo, pero solo Bellot continúa en esta tarea.

Es el único que se encarga de la imagen de la Virgen, le combina los mantos, la enjoya y retoca para recibir a miles de feligreses que llegan a visitarla cada el 15 de agosto.

Es considerado también como la cajita de secretos o la antesala del confesionario de viudas, alcaldes, damas de alcurnia y notables quillacolleños.

“Don José sabe hasta si el hijo de tal señora es para su esposo o para el compadre. Muchas veces ha sido el paño de lágrimas de los desconsolados...”, asevera el profesor Carlos Vargas, un vecino y exdirector de Cultura de Quillacollo.

"Siempre que necesitan algo primero vienen a mí", cuenta don José.

Con tantos años en el centro político y religioso del pueblo, don José, a sus 76 años de edad, es también la memoria viviente de los cambios de la ciudad y de las infinitas historias de su gente.

Mirando el templo recuerda, por ejemplo, curiosos pasajes como aquellas tardes de remate, en que tuvieron que ofrecer las joyas de la Virgen al mejor postor, con la finalidad de recaudar dinero para terminar de construir el templo, que no fue nada fácil.

"A este cura también se le ocurre hacer tremendo templo para un pueblo tan pequeño", dice don José refiriéndose al finado monseñor Fructuoso Mencía (1908-1926). Si bien don José aún no había nacido para entonces, él recuerda que la gente comentaba sobre el día que murió Mencía . "Dice que murió el mismo día de la fiesta. Ese día, la Virgen salió con un velo negro del templo. Al día siguiente era el Calvario y también el entierro de monseñor que se enterró en el mismo templo".

INICIOS

Viviendo a solo media cuadra del templo y con una madre muy católica, desde niño José ayudaba al padre Francisco Cano en las tareas del templo que el sacristán, don Crescencio Cadima, no podía.

"Luego me fui al cuartel en Santa Cruz, pero volví y desde mis 19 años me quedé como sacristán".

El pudo ingresar a ese cargo, gracias al contacto de la señorita Aurelia de la Rocha, una dama de alcurnia, beata y solterona que caminaba por las calles de un humilde pueblo, siempre con un empleado que le sostenía su quitasol y otra por detrás que le levantaba su velo.

"Tenía un carácter… terrible. Así distinguida como ella era, igual se metía a las chicherías, agarrada de su palo, para sacar a garrotazos a los albañiles que tenían que terminar el templo".

Recuerda con gracia los días en que las misas se celebraban en latín y solo algunos respondían de memoria, sin siquiera saber el significado.

"El cura hablaba de espaldas al pueblo, siempre mirando al altar, todo en latín. Solo el sermón era en

castellano".

Fueron 43 años que fungió como sacristán y cuando enviudó, cerca a los 62 años, los obispos le propusieron dejar la sacristía ser diácono

permanente.

"No era por los años que yo llevaba aquí, sino por mi actitud".

Desde joven su vida fue dedicada al templo y a la Virgen. Su única pasión fue la escultura, siempre abocado a las figuras religiosas. Esta especialización le permitió ganarse la confianza del clero que le encargó la refacción de la Virgen. "Yo la restauré dos veces, la primera en 1956 y la segunda.. no

recuerdo".

También fue encomendado para hacer la primera y segunda facsímil (réplica exacta) de la Virgen, una de ellas que solo sale en el aniversario del colegio Urcupiña (12 de agosto), del cual también es uno de los promotores, y la otra para la procesión del 15 de agosto y el Calvario.

Es quien ideó los diferentes atuendos de la Virgen. "El día que tiene que ir al Calvario le ponemos, a ella y a su niño, unos sombreros, porque es larga la caminata", y hablando de atuendos, don José cuenta el origen de la vestimenta de mujer campesina.

"Es donación de una mujer que vino del interior". Según el relato que le hizo la mujer al diácono, el día que ella retornaba de la fiesta un trágico accidente estuvo a punto de cobrar la vida de su bebé. "Ella dice que vio a su bebé salir expulsado por el parabrisas. Cuando todo paró, ella salió rápido imaginándose lo peor, pero encontró a su niño sostenido en brazos por una campesina, parecida a las del norte de Potosí. Entonces corrió, lo tomó en brazos y, antes de que pudiera agradecerle, la mujer desapareció".

Para esta mujer, lo que aconteció fue un milagro de la Virgen, y en gratitud le ofrendó una vestimenta idéntica a la que llevaba aquella mujer en el accidente. Desde entonces para la entrada de Urcupiña la imagen se pone este atuendo, para encabezar la entrada autóctona, -un domingo antes a la fiesta-.

Bellot también es uno de los promotores de que aquella simple parroquia sea declarada santuario. "Viajamos por todo lado, Sucre, La Paz, Oruro, Santa Cruz… trayendo congregaciones para la fiesta", recuerda.

Uno de los últimos viajes que recuerda con especial cariño es el de Salta, cuando el año 2015 llevó personalmente, junto a una comitiva, la réplica para la parroquia de esa ciudad.

De este viaje tiene gratos recuerdos de los residentes bolivianos que lo reconocían. "Habían sacerdotes al lado mío, pero la gente se acercaba para que yo pueda darles la bendición".

La imagen de una impresionante concentración de miles de feligreses aún queda grabada en su memoria. Y son situaciones como esas las que refuerzan su vocación y entrega a la mamita de Urcupiña a quien guarda personalmente en su domicilio, una casa convertida en un taller especializado en la refacción de imágenes religiosas.

Por sus manos pasaron verdaderas joyas religiosas, entre pinturas y esculturas, como la Virgen del Rosario labrada en cera de castilla en España, que sufrió un accidente cuando derrumbaban las casas para abrir la avenida Ayacucho en Cochabamba.

Entre otras, está también la urna de la Virgen muerta de Tránsito, una figura única nunca antes vista en

Cochabamba.

Los pasillos, patio y habitaciones de la casa de este escultor están impregnadas de estos trabajos, ya sea con las imágenes o con los mantos o telas para restaurarlas.

Su pasión fue gratamente heredada y asimilada por sus hijos José Alberto, María del Carmen, María del Rosario, Benjamín y Joaquín, quienes dedican todo su tiempo a restaurar imágenes de gente amiga de don José que solo le confían a él imágenes tan importantes, por su valor espiritual.

"Ahora son mis hijos los que se encargan, yo solo superviso”. Como diácono es el encargado de celebrar los bautizos y salves, así como las bendiciones.

Datos

Biografía

José Bellot Herrera, nació en Quillacollo el 18 de agosto de 1940. Es hijo del orureño Víctor Bellot Mier y la quillacolleña Paulina Herrera Orellana.

Estudió en el colegio Calama y realizó su servicio militar en la 8va División del Ejército en Santa Cruz.

Se casó con Margarita Góngora Quiroz (+) con quien tuvo a sus hijos José Alberto, María del Carmen, María del Rosario, Benjamín y Joaquín.

Datos

Carrera

Desde niño ayudaba en las tareas de la iglesia junto al padre Francisco Cano.

A sus 15 años ingresó ayudar al sacristán Crescencio Cadima.

A los 19 años fue a cumplir con su servicio militar en Santa Cruz. A su regreso asumió las tareas de sacristán y fue 43 años después que fue ordenado diácono permanente. En la actualidad es el encargado de celebrar los bautizos, salves y

bendiciones.




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