miércoles, 17 de agosto de 2016

Video Devotos encargan sus anhelos a la virgen




Tiene 16 años, el mismo nombre que la madre de Jesucristo y todavía peina coletas. Se trata de María Cristina Leigue Valdez, quien, a pesar de ser delgada, agarra un combo de cinco kilos y habla con la Virgen de Urkupiña mientras golpea con fuerza una roca en una cantera del cerro de Cota. Al igual que ella ayer miles de feligreses llegaron al Santuario de la Virgen de Urkupiña en el cerro de Cota para pedir favores y dar gracias a la milagrosa advocación mariana.

Motivada por la “fe” en la virgen, la adolescente viajó 14 horas en bus desde Santa Cruz con sus tíos y primos para rezar en el Santuario de Urkupiña, ubicado al sur de Quillacollo. Nada distrajo a la joven que, después de golpear por 15 minutos, sacó una roca de cuatro kilos, en la que representó sus pedidos de salud para su familia y progreso para salir bachiller y ayudar a sus padres a tener una casa. “Sólo es fe”, dijo aún exhausta.

Piedra y fe

Al igual que María, el agricultor de 62 años Leonardo Villarroel visitó a la Virgen de Urkupiña en el calvario. El devoto abandonó por unos días sus tierras en la Central Ivirizu del trópico de Cochabamba para cumplir con el ritual de la piedra que practica desde hace 30 años.

Sorprendido, aseguró que a diferencia de otros años, ahora extrajo una roca de 20 kilos en el quinto golpe de combo que dio sobre una cantera. Entonces pidió dinero, auto, salud y más terrenos a la Virgen con una q’oa.

“La voy a llevar mi piedra hasta la Central Ivirizu. Voy a viajar tres horas desde acá para eso”, contó mientras cargaba sobre su espalda su piedra envuelta en un colorido aguayo.

Los feligreses extranjeros también participaron del rito. Ese es el caso del católico no practicante catalán, Joan Estabé, quien llegó por primera vez a Bolivia desde España para la festividad. Cansado y después de picar algunos pedazos de roca, expresó su “encanto” por esta tradición. Prefirió no revelar el pedido a la advocación mariana pero aseguró que la experiencia lo incitó a vivir la tradición con más devoción los siguientes años.

La tradición traspaso fronteras. Un boliviano residente en España, Marcelo Torrez Fuentes, viajó 22 horas desde Barcelona junto a su pareja Daniel Arroyo para participar de la festividad mariana. Con fortuna, extrajo una piedra pequeña que llevará a España con la cual pidió a la Virgen “volver” a Bolivia después de vivir 17 años en el extranjero. “Esto se va a Barcelona en mi maleta, lo voy a facturar porque en equipaje de mano no puede ir pero facturado sí”, aseguró.

Peregrinación

Los feligreses recorrieron 16 kilómetros la madrugada de ayer desde el puente de Quillacollo hasta el templo de San Ildefonso y luego hasta el Santuario de Cota sólo para participar del rito de la piedra, las homilías católicas y adquirir “lotes” o miniaturas para materializar sus pedidos a la Virgen “prestamista”.

A su ingreso al cerro, estos devolvieron las rocas extraídas el año pasado con “rituales de bendición” realizados por amautas. La práctica “andino-católica” marcada por el sincretismo se repitió al despedirse de la Virgen, pero con nuevas piedras y miniaturas, que representan sus sueños. Previo a este rito, miles se dieron cita en la capilla de velas del Santuario de Urkupiña.

Mensaje

En medio de cánticos interpretados por el grupo argentino “Los Cuatro de Córdova” miles de fieles participaron de una celebración religiosa presidida por el monseñor Luis Sainz. El sacerdote pidió a los creyentes ser fieles a Dios y a la Virgen María y pensar en las familias.

“La Virgen María nos invita a que vivamos reconciliados en la familia, que tengamos el valor de dar el primer paso para pedir perdón si nos hemos ofendido o equivocado. Que seamos valientes, que haya el coraje de perdonarnos”, señaló tras enfatizar que María y José dan el ejemplo de cómo educar a los hijos con amor y en los caminos de Dios. Sainz pidió sembrar amor en la familia y no olvidar a Dios.

Historia

La historia cuenta que a mediados de 1700, “una señora con un hermoso niño en brazos” se le apareció a una humilde pastorcita en la comarca de Cota, hoy el calvario. Desde entonces millones de creyentes nacionales y extranjeros visitan las canteras de piedras para llevarse pedazos de roca que a decir del periodista e investigador de la festividad, Walter Gonzales Valdivia, representan un “vínculo”.



RITUAL ANDINO PARA “TENER BUENA SUERTE”

Siguiendo una antigua tradición, cientos de amautas y callahuayas andinos se instalaron afuera del Santuario de Urkupiña para challar las piedras que los devotos sacaron del cerro. Además de las miniaturas que reflejan los bienes que se anhelan.

Los rituales comenzaron con invocaciones a Dios, a la Virgen de Urkupiña, a los santos y achachilas (espíritus tutelares). Continuaron con la detonación de cohetillos, alcohol para la q’oa, mezclas de mixtura y aceite y el uso de animales disecados (quirquincho) para pedir buena suerte.

Los pedidos de buen augurio se hicieron en tres idiomas: quechua, aimara y castellano. En tanto que el pago depende de la “voluntad” del feligrés. Uno de los amautas más visitados, Marcelino Cancari, contó que a diferencia del año pasado la cantidad de visitantes locales disminuyó; pero, aumentó la llegada de turistas. “Más extranjeros están viniendo, como de Argentina. También de Chile, de la mina San Alberto vienen”, declaró.

Los cinco integrantes de la familia Peredo acudieron ante uno de los amautas cargados de las miniaturas que compraron para que la Virgen les ayude a conseguir sus bienes materiales confiados en que “la fe mueve montañas”.

Entretanto, otros llevaron a los amautas hasta sus lotes de alasitas, hechos en pequeños espacios de menos de un metro en el cerro. Pues, según la tradición, la Virgen les ayudará a conseguirlos.



LOS “CHOLETS” Y NOVEDADES DE ALASITAS

Casitas de vidrio tipo “Cholets”, réplicas en miniatura de los edificios modernos que se construyen en El Alto, amoblados y con autos último modelo como Toyota Tundra, Mitsubishi Gold o BMW fueron algunas de las novedades que ofrecieron los comerciantes.

Los devotos adquirieron estos y otros elementos para representar sus pedidos a la Virgen de Urkupiña. “Las casas de vidrio tienen detalles como cortinas y cosas en su interior como muebles. La gente se fija en esos detalles que cada día van mejorando los artesanos”, señaló una comerciante, Olga Castellón.

Los devotos también optaron por lotes, equipos para su negocio, certificados de nacimiento, licencias de conducir y libretas de servicio militar. Las personas que piden viajes compran maletas con dinero, visas, pasaportes, pasajes y chequeras. Además de computadoras portátiles y celulares. Entretanto, las parejas que buscan familia compran muñequitos. “Hay personas que no se pueden embarazar, entonces le piden a la Virgencita y se cumple con fe”, señaló. Los artículos son hechos en La Paz y Perú.

La diputada Norma Piérola y el senador Arturo Murillo adquirieron “sentencias absolutorias” de las alasitas para que los “juicios políticos” en su contra acaben. Pidieron salud, unidad para los bolivianos y que acaben la confrontación en el país.



INSTALAN PUENTES IMPROVISADOS

Llegar al calvario de Urkupiña en el cerro de Cota fue complicado para los feligreses que tuvieron que atravesar por medio del río Rocha. A ello se suma la basura, la falta de control y de servicios básicos, como baños.

Miles tuvieron que atravesar el río Rocha por puentes improvisados hechos con tablas por algunos comerciantes, debido a que el único puente de acceso al santuario estaba lleno.

En todo el recorrido, se instalaron 10 puentes y bastaba pagar un boliviano para cruzar hacia el cerro.

Los comerciantes eliminaron temporalmente los malos olores del agua negra con un descontaminante (químico) que colgaba de botellas.

La falta de baños también fue aprovechada por los comerciantes que habilitaron pozos ciegos cubiertos con plásticos y yutes a orilla del río Rocha. Se podían usar pagando un boliviano. Pese al control, los comerciantes se dieron modos para vender bebidas alcohólicas.

Un turista español catalán, Joan Estabé, sugirió mejorar los servicios públicos y la higiene, además de brindar mayor orden y contar con más seguridad.

Los turistas observaron la falta de condiciones para permanecer en Quillacollo en los hoteles, restaurantes, el mercado y el transporte. Varios dijeron que preferían alojarse en la ciudad porque encontraron mejor infraestructura y atención.

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