lunes, 16 de mayo de 2016

Fray Alonso Ramos Gavilán, un agustino investigador

Alonso Ramos Gavilán es el autor de la “Historia del célebre santvario de Nvestra Señora de Copacabana, y svs Milagros, è Invención de la Crvz de Carabvco”, libro publicado el año 1612, Gerónimo de Contreras, Lima. El autor tenía 42 años de vida. Se desconoce otras publicaciones de este agustino, antes o después de esta historia de la Virgen de Copacabana.

Ramos Gavilán, criollo peruano, nació en Huamanga (San Juan de la Frontera de Huamanga), hacia el año de 1570. Fueron sus padres Alonso Ramos Gavilán y Luisa Díaz, criollos huamanguinos. Es muy probable que Alonso fuese nieto de Diego Gavilán, encomendero y uno de los 24 vecinos fundadores de Huamanga (enero de 1539). La actual Huamanga se destaca por sus numerosos templos y casonas coloniales, pero también por sus costumbres y tradiciones prehispánicas.



Agustino y misionero

Alonso inició sus estudios en su ciudad natal bajo la guía de un maestro privado, luego fue trasladado a Lima. En esta ciudad de los reyes le inscribieron en el Colegio Real de San Martín, en 1583. Muy jovenzuelo se decidió por la vocación religiosa e ingresó a la Orden de San Agustín, en Lima (1588); hizo su profesión solemne como agustino en marzo de 1589, al siguiente año pasó a la casa de estudios en Guadalupe, valle de Pacasmayo. Su ordenación sacerdotal fue en la ciudad de Trujillo, en 1593. Alonso tenía 23 años de edad.

Como muchos religiosos de su tiempo, fray Alonso Ramos Gavilán Díaz dedicó su tiempo a predicar el Evangelio y doctrinar indios, estudiar y examinar las creencias religiosas nativas, también combatir las idolatrías en diferentes regiones del Perú. Su conocimiento de las lenguas autóctonas como la aymara, quechua y posiblemente la lengua yunga o muchic le permitió conversar con indígenas ancianos y jóvenes, a quienes les interrogaba personalmente sobre sus ancestrales tradiciones.

Como agustino y misionero viajó mucho, estuvo en el valle de Pacasmayo, San Antonio de Conilap (Chachapoyas), Huambos (Cajamarca), Huamachuco (prov. Sánchez Carrión), Huánuco, valle de Huaman y San Pedro de Huarca (Chupamarca); estuvo en Chuquibamba (provincia de Condesuyos), Acobamba Huancavelica), Aymaraes y Cuzco (Perú); asimismo viajó por Oruro, Potosí, La Paz, Copacabana (Bolivia).

El sacerdote Gavilán Díaz fue destinado al convento agustino de Copacabana el año 1618. No se sabe con exactitud cuánto tiempo permaneció en este convento. Antonio de la Calancha, otro fraile agustino del siglo XVII, indica que “ha vivido muchos años junto a esta laguna” (lago Titicaca).

Su devoción mariana debe haberse originado cuando ya trabajaba en Guadalupe y que luego la profundizó en Copacabana. Dice en su obra: “En los dos santuarios y conventos, de Guadalupe y Copacabana, he sido conventual y visto grandes maravillas y para mayor devoción de la Virgen y consuelo de los fieles, daré noticia de todos ellos, para que alaben y bendigan a la soberana Virgen María, que como madre y Señora ha recogido debajo de su protección y amparo toda la gente del Pirú, favoreciéndoles conocidamente”.



Investigación

La estadía en el agustino convento de Copacabana permitió a fray Alonso realizar una amplia investigación acerca del origen de la imagen de la Virgen María, venerada por propios y extraños; su inquietud por conocer le llevó a conversar con la gente del pueblo, con sus autoridades originarias y la gente sencilla de las comunidades del entorno; se interesó también por el estudio de publicaciones de la época, como por la información disponible en el archivo del convento.

Otro tema de su interés fueron las tradiciones orales acerca de un santo predicador, tan divulgadas en la zona. A propósito de este personaje interrogó a indios cristianizados sobre el santo nativo y sus milagros, consultó informes publicados, interrogó a otros religiosos sobre las huellas dejadas por el santo. Fray Alonso compartió la hipótesis de que a esta parte del Nuevo Mundo pasó “alguno de los discípulos del Maestro”, “que predicaba al crucificado, diciendo las excelencias de la cruz, sus maravillas y el bien que por ella habían alcanzado los hombres, y que de ella huían los demonios”. La cruz del discípulo tomó luego el nombre de “la Cruz de Carabuco”, porque el lugar donde el madero del crucificado acalló a los demonios fue en la localidad de Carabuco. Sin embargo, en los cinco capítulos que dedica a este tema, Alonso Ramos nos presenta también antiguas tradiciones sobre el personaje nativo, y que los naturales le pusieron por nombre Tunupa, que quiere decir sabio y señor, o Taapac, hijo del creador.



La Virgen y la Cruz

Para Alonso Ramos, la Virgen María y la Cruz fueron las reliquias “más eficaces” que Cristo había dejado, después de su cuerpo santísimo, para enjugar las lágrimas del mundo. Además de la Virgen de Copacabana y la cruz de Carabuco, también se interesó por la historia de los Incas, el mundo religioso andino, los rituales y las ceremonias prehispánicas, como las ceremonias ejecutadas anualmente, bajo la estructura de un calendario agrícola-astronómico. Visitó las islas del lago, como la de Titicaca, dedicada al culto del sol.

Por la forma de abordar los temas y la argumentación bibliográfica, Alonso Ramos Gavilán fue elogiado por las personas que aprobaron la impresión de su obra. Calificada como: “una obra del cielo, utilísima para todos, muestra el autor gran erudición y devoción a la Virgen” (fray Miguel de Rivera); obra de “buena inteligencia y ejercicio que tiene en las divinas letras y humanas historias” (fray Francisco de la Serna); el maestro Pérez subraya “su buena manera de inquirir antigüedades olvidadas, claridad de estilo y la brevedad con que se dice mucho” (Diego Pérez). “Escrita con muy graves argumentos de antiguas tradiciones de que hay muy pocas noticias en estos reinos”, “estilo suave y claro” (maestro Luis Bilbao).

Fray Alonso Ramos Gavilán murió en Lima, hacia 1639.

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