domingo, 23 de agosto de 2015

Hoy se inician los tres días de celebración de la Virgen La Bella de Arani

Festividad religiosa. Hoy se inician los tres días de celebración de la Virgen La Bella de Arani, comienza con la peregrinación al calvario y finaliza con la cacharpaya. Días intensos en los que sus devotos llegan ante ella para pedir o devolver sus favores.

Son las cuatro y media de la mañana, cuando en el templo de San Bartolomé de Arani, ubicado a 52 kilómetros de Cochabamba, las campanas empiezan a repicar llamando a los parroquianos para asistir a la primera misa de la jornada.

En esta época del año, cuando el frío del invierno aún se siente, debido a la cercanía de las lagunas de Vacas que humedecen con su brisa las tierras de este sector, es casi un sacrificio dejar la cama a esa hora; pero, hoy es diferente, puesto que muchos esperan esta fecha, 23 de agosto, para iniciar con la peregrinación al cerro de la Bella, que se encuentra ubicado al lado este del poblado.

El repique de las campanas se reitera cada 15 minutos hasta comenzar la celebración eucarística. Esta jornada las campanas no cesarán en su labor hasta las siete de la noche, puesto que se tiene programada una misa cada hora.

Esta es la fiesta más esperada del pueblo, la festividad de la Virgen La Bella, la cual congrega a miles de fieles devotos que llegan llenos de esperanza y fe hacia la “Mamita”.

El padre Lázaro Julio Torrico Mercado, párroco del templo San Bartolomé de Arani cuenta que la advocación de “La Bella” es originaria de Lepe, al sur de España, donde la imagen es venerada desde fines de siglo XV y, según los informes episcopales del siglo XVII, ya había testimonio de esta festividad y de la existencia de un santuario dedicado a la “Señora La Bella” en Arani, conocido en aquel entonces como el Valle de Cliza.

Al calvario de la mamita



La colina “La Bella” ya forma parte del patrimonio del municipio, considerada como un lugar turístico. Allí las autoridades junto a sus fieles construyeron una escalinata de piedra, donde se erigieron 12 cruces, en representación de las estaciones del Vía Crucis, aunque también existen algunos senderos que conducen a la colina. En la cima, hay un pequeño templo, donde se dice que apareció la imagen de la Virgen.

Los primeros visitantes en llegar a este sector son los comerciantes, quienes presurosos acomodan las artesanías en sus puestos, a la espera de la llegada de los peregrinos. Otro grupo, la mayoría jóvenes, apresura el paso para llegar detrás de la capilla y comenzar a dividir el terreno colindante en pequeñas parcelas.

Jorge Bráñez, feligrés de la Virgen, asegura que algunos de esos espacios se comercializan como lotes y en otros se construirán “casas”. Estas rústicas viviendas están hechas de piedra y barro, y son adornadas con plantas nativas. Al culminar el trabajo cada una de éstas se venden entre 30 y 100 bolivianos, todo depende de la creatividad en la construcción y la demanda del mercado.

A medida que transcurre el tiempo la gente comienza a llegar al sector para cumplir con la “Mamita” y con la tradición. De acuerdo al párroco de Arani todo el día se observa una hilera de gente que sube y baja por la escalera.

“Personas de todas las edades suben, descansando de cuando en cuando para recuperar un poco el aliento, pero la meta es llegar a la capilla puesto que solo así sienten que cumplieron con La Bella”, menciona el sacerdote.

Al llegar hasta el templo la fe se acrecienta en grandes proporciones, ya que muchos fieles llegan trémulos de devoción y acongojados por las lágrimas, comienzan a orientar sus rezos hacia el dorado altar mayor.

De acuerdo a Reina Camacho Ortiz, los parroquianos tienen la costumbre de buscar el “Banco de la Virgencita”, donde los visitantes se fletan un combo para golpear las rocas, con la esperanza de arrancar un pedazo, que representa el dinero que ganarán durante el próximo año, o por lo menos esa es la intención que tiene la Virgencita con ellos, y se llevan la roca con la promesa de que al año siguiente ellos devolverán las piedras al mismo lugar.

Reina Camacho asegura que muchos conservan estas rocas hasta hacer realidad su petición, sobre todo en caso de compra de lotes o casa, y antes de comenzar la construcción entierran la roca sustraída en el calvario, con la esperanza de que la “Mamita” proteja su hogar.

Antes de bajar, los fieles tienen la costumbre de ch’allar sus compras, porque creen que solo así se harán realidad. Los objetos son bendecidos y se encomiendan a la Pachamama a través de ritos andinos. Esta jornada está acompañada por los rítmicos acordes de bandas, además de la mucha bebida y el reventar de los petardos.

LOS RITOS DEL TEMPLO



Pero el templo San Bartolomé también tiene su propio ritmo de visitas; de acuerdo al párroco Lázaro, durante la fiesta recibe a más de un millar de feligreses, muchos de los cuales llegan desde la provincia de Sacaba, del Valle Alto en general y migrantes que retornan a su tierra.

Dentro de la iglesia, durante toda la fiesta, la Virgen Morena cuenta con un par de custodios, los que se encargan de entregar y devolver al manto de la Virgen los préstamos que realiza a la gente.

Reina Camacho Ortiz asegura que la mayoría de los fieles que asiste a la fiesta son comerciantes, y que ellos necesitan de capital para mover su mercadería y por ello le piden prestado o un regalo a la mamita. “Se arman chullpas con dinero y los devotos la cambian con plata, monto que entra como donativo a la parroquia. Hay dos formas de cumplir con el favor, cuando se pide dinero como regalo se queda uno con la artesanía, pero cuando se pide un préstamo se debe devolver la chullpa al manto y además poner una misa de agradecimiento”, menciona Reina Camacho.

Durante estos días el pueblo recibe a miles de feligreses que se emocionan con la proximidad de la Virgen, ya que solo una vez al año esta imagen deja el retablo central para situarse a la izquierda del altar mayor, más cerca de su pueblo.

Devoción sin límites

Esta es una de las pocas festividades religiosas de provincia que no cuenta con un pasante para la fiesta grande.

Al contrario, en esta celebración, es la población y los fieles más devotos quienes se ofrecen para organizar la actividad para la Virgen. “Por suerte nunca nos falta nada, todo llega de donativo”, afirma el padre Lázaro Torrico, quien lleva un registro en la parroquia de todos aquellos fieles que se brindan con algo.

Entre los devotos más piadosos de esta región está la familia Camacho Ortiz, que heredaron la fe de sus abuelos, puesto que ellos iniciaron con la promesa a la advocación; posteriormente fueron los hijos, quienes a su turno velaron para que la fiesta salga bien.

Entre los gastos más significativos se encuentra la vestimenta de la Virgen y la ornamentación del templo, aunque los encargados no dicen cuánto es el costo total.

Esta familia es la que corre con los gastos para hacer confeccionar la vestimenta, “cada año la Virgencita debe estrenar ropita, por lo tanto cuando nadie más se ofrece nosotros corremos, somos los encargados” asegura Camacho.

“No podemos decir cuánto gastamos en nuestra fe, lo cierto es que es la Mamita es la que nos devuelve todo y nos da mucho más de lo que gastamos”, asegura Reina Camacho.

De acuerdo, a algunas averiguaciones, se sabe que solo el decorado del templo llega a costar hasta 2500 dólares; en cambio, el traje no tiene siquiera un costo aproximado puesto que varia dependiendo del tipo de tela, el diseño o el bordado que se manda a hacer.

Así es como la Virgen espera radiante a sus fieles, para vivir un año más de devoción hacia la más Bella del Valle Alto y de sus alrededores.




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