lunes, 31 de agosto de 2015

Cuatricentenaria San Roque



Hace cuatro siglos que el templo de San Roque, una bella iglesia de estilo moderno, sencillo y atrayente, es testigo silencioso de la vida cotidiana de Sucre, antes La Plata. A esta parroquia asistían mestizos, negros y mulatos, a quienes les estaba prohibido acudir a las iglesias del centro de la ciudad. Pese a que sufrió varias modificaciones y ampliaciones, allí no cambió la esencia de servir a Dios con libertad, justicia y lucha por el bien común.

De acuerdo con el tomo 3 del libro “La historia de la iglesia de los Charcas o La Plata”, de Julio García Quintanilla, los templos de San Lázaro y San Sebastián fueron los primeros edificios levantados en la ciudad de La Plata, en el siglo XVI, aunque no existe una fecha oficial del inicio de su construcción.

“Una vez edificadas las dos parroquias de indios, fue necesario construir una capilla extra-muros de la ciudad, para ello se eligió una pequeña elevación de terreno que había a dos cuadras del convento de los Padres Mercedarios”, comenta uno de los catequistas más antiguos de San Roque, Juan Paniagua, quien presta sus servicios en este lugar desde hace 14 años.

La ermita de San Roque
Allí se construyó una pequeña ermita, dedicada a San Roque, para congregar a los indios pobres de aquella zona de la ciudad. El objetivo era catequizarlos y hacerles repetir en quechua los rezos de la doctrina cristiana.

“Es probable que los religiosos mercedarios hayan sido quienes edificaron la ermita, por la proximidad a su convento, como un medio más factible de llegar hasta los indios de la región”, se puede leer en el libro de Quintanilla.

El convento de La Merced abarca todo un manzano. La parte de la huerta limitaba con un arroyuelo y detrás de él solo quedaban algunos ranchos de indios que no iban al templo; entonces, era ideal edificar una capilla donde ellos mismos trabajarían de muy buena voluntad.

Así nació la ermita de San Roque, rodeada de humildes chozas indígenas, como punto estratégico para la conquista de sus almas. Al parecer, con el tiempo, se fue ampliando gracias a las donaciones de algunas personas piadosas y esta capilla fue adquiriendo un aspecto de iglesia.

Se ignora desde cuándo comenzó a funcionar como parroquia; en el primer libro de bautismos de los Libros Sacramentales, dice: “Libro en el que se sientan las partidas de bautismos de mestizos y mulatos que pertenecen a este curato Rectoral del Sagrario de San Roque y corre desde el mes de octubre del año 1810 a 1815”.

Desde aquel entonces pasaron muchos religiosos por esta iglesia: Manuel Antonio Flores, Mariano Ramón del Valle, Manuel Esteban Ponce de León, Casimiro Salazar, José Domingo Daza, Nicanor Careaga, Manuel Ruperto Rivera y Domingo F. Ortiz.

Cuando se expulsó a los padres del convento de La Merced, pasó a depender de la Parroquia de San Roque, donde los párrocos construyeron su residencia desde 1826.

Se considera que esta construcción se materializó durante la gestión del gobierno de la Arquidiócesis encabezada por el arzobispo José Antonio de San Alberto (1785 a 1804), ya que fue él quien mandó a refaccionar el templo, junto con el de Las Carmelitas, de donde se ordenó trasladar el altar mayor trabajado en madera tallada.

Restauraciones
Después de la restauración efectuada por el hermano San Alberto (duró pocos años) hubo otra en 1913, cuando se encontraba de párroco monseñor Félix Delgadillo, quien impulsó el embellecimiento del edificio levantándolo desde los cimientos.

En 1926 fue restaurado nuevamente gracias a la princesa de La Glorieta, Clotilde Urioste de Argandoña, quien donó el dinero necesario para esa obra.

Cabe señalar que dentro de la jurisdicción de esta parroquia se encuentra una moderna iglesia construida en la estación del ferrocarril, en Villa El Tejar. Está dedicada a la Virgen de Fátima y se debe al constante esfuerzo, la buena voluntad y el heroico valor del jesuita Luis Pérez, además de la decidida colaboración de los fieles de esa zona y de otras partes de la ciudad.

Radio de acción
San Roque abarca un extenso radio de acción parroquial en el campo. Su jurisdicción se extiende hasta orillas del río Cachimayu, comprende La Florida, La Glorieta, San Juan y otras capillas más como la del Cementerio General de Sucre y la cárcel, que lleva el mismo nombre.

El sismo de 1947 daño a todos los templos religiosos y San Roque no fue la excepción. Con los fondos destinados para la restauración de las iglesias se realizó un revoque general de sus paredes con pintura al óleo y el cambio del piso con mosaico.

El Altar y el estilo
Según entendidos del equipo de proyectos del Plan de Rehabilitación de Áreas Históricas de Sucre (PRAHS), el altar es el sector más valioso que posee la parroquia de San Roque.

De acuerdo con el plano, el templo sigue el estilo de las construcciones antiguas, con una cruz romana, un arco triunfal céntrico y las capillas laterales. Es sencillo, de una sola nave rectangular, con un coro y techo de paja.

Hace décadas, le añadieron una torre cuadrada de estilo moderno, destruyendo la anterior espadaña. También se construyó una plaza arborizada para sustituir a un desagradable basurero que rodeaba el templo.

Con el tiempo, al lado del templo, se levantó una casa parroquial utilizando unos ruinosos cuartos que servían de sacristía. Fue ejecutada en la gestión del arzobispo Clemente Maurer, quien además mandó a construir otra donde se creó la parroquia La Merced, con asiento en el antiguo convento de los Mercedarios y la misma iglesia, separándola jurisdiccionalmente de la parroquia de San Roque.

Carismas y ministerios
El párroco Pedro Pablo Cuellar informa a ECOS que actualmente San Roque cuenta con diez grupos de distintos carismas y ministerios. Para este año espera conformar varios más que estén dedicados a la formación misionera de niños y jóvenes.

Trabajan con unos 40 barrios, visitan colegios e instituciones llevando la palabra de Dios y apoyan a las personas de escasos recursos económicos.

Las misas se celebran de lunes a viernes a las 19:00 y los domingos a las 7:30, 10:00 y a las 19:00.

La historia de Roque, el francés

Cuenta la historia que Roque nació en 1300 en la ciudad francesa de Montpeffir y que, al quedar huérfano, vendió toda su herencia familiar para entregar los beneficios a los pobres. Luego, con el deseo de seguir en la pobreza a Jesús y de enseñar la fe cristiana, inició su peregrinación en Roma.

Cuando decidió regresar a su país pasó por Rimini, predicó el evangelio y continuó curando de la peste a las personas que podía, pero su contacto directo con los infectados provocó que se contagiara con el mal en la ciudad de Piacenza. Por esta razón se vio obligado a retirarse a un bosque, en las afueras de la ciudad, para no propagar el mal.

En ese lugar, cada día recibía la visita de un perro que le llevaba un panecillo. El can lo tomaba todos los días de la mesa de su amo, llamado Gottardo Pallastrelli, quien al observar la escena un día resolvió seguir a su mascota. De esta forma encontró al pobre moribundo en el bosque.

Una vez curado, Roque decidió volver definitivamente a Montpeffir. Pero en el norte de Italia, en el pueblo de Ángera, a orillas del lago Maggiore, unos soldados lo acusaron de espía y lo arrestaron.

Fue encerrado y murió en prisión entre los años 1376 y 1379. Algunos dicen que tenía 32 años de edad.

Datos históricos complementarios

- En 1538, Francisco Pizarro conquista la región de los Charcas, poblado principal y residencia del cacique.
- El 16 de abril de 1540, Pedro Ansúrez de Campo Redondo, capitán de Pizarro, funda la ciudad de La Plata sobre el antiguo poblado de los Charcas.
- En 1777, por orden del Virrey Toledo, se traza una línea perimetral en la ciudad para delimitar el sector de los españoles, separándolos de los indios, negros y mestizos y prohibiendo a estos últimos tener posesiones al interior del perímetro.
- En 1616, el cabildo de La Plata realiza una donación para la construcción de la ermita de San Roque, ubicada en las afueras de la ciudad y destinada para los mestizos, mulatos y negros.
- En el siglo XVIII, los barrios indígenas formaban una media luna que rodeaba a la ciudad en dos partes dependientes de las parroquias de San Lázaro y de San Sebastián, y al frente, como islote, aparecía la ranchería de San Roque, destinada para el adoctrinamiento de esa zona populosa y considerada como “extramuros” de la ciudad.


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