lunes, 20 de julio de 2015

El papa Francisco expuso en Bolivia sus conceptos radicales


En cada mensaje, homilía, discurso, el papa Francisco recordó que la Iglesia católica debe estar al servicio de la justicia social, de la inclusión, la solidaridad y otros valores que, con el tiempo, fueron olvidados.

Es que Bergoglio viene con aires renovados y con la doctrina social de la iglesia en la mano, que él acerca a la teología de la liberación latinoamericana. Primer jesuita en ocupar el trono de San Pedro, Francisco expresó , también en Bolivia, los cambios que los católicos deben practicar para tener una iglesia acorde con los tiempos actuales y sus necesidades, sin dejar de mencionar el anhelo particular de nuestro país.



MAR

Ya al descender del avión que lo trajo del Ecuador, el Papa expresó su preocupación por la mediterraneidad que nos agobia y que marca nuestra relación con Chile, país que invadió y se quedó con un vasto territorio costero boliviano: “Estoy pensando en el mar“, dijo en La Paz e instó al “diálogo Franco”, lo que es precisamente cuanto Bolivia pide en su demanda ante la Corte Internacional de Justicia, un diálogo “de buena fe” con ese país, que desemboque en la obtención de un puerto soberano en el océano Pacífico. Gesto que fue agradecido en Bolivia e interpretado con cierta irritación por el gobierno de Bachelet.

En el Palacio de Gobierno de La Paz, al que llegó después de un breve homenaje a Luis Espinal, Francisco recibió de Evo Morales el regalo que causó un notable revuelo informativo. Finalmente, el crucifijo “comunista”, que después fue bien entendido y ahora está en el Vaticano.

En cuestión de horas, el miércoles 8 de julio, Francisco subió hasta los 4 mil metros de altura sobre el nivel del mar, en El Alto, y descendió a los 400 de Santa Cruz, sin que la carencia de uno de sus pulmones impidiera su misión de fortalecer la unión de Occidente y Oriente de Bolivia.



MISA

Son otros tiempos. La multitud que asistió a la misa en el Cristo Redentor, en el corazón de Santa Cruz, trajo a la memoria la “marcha de millón” por la autonomía. Pero, ahora, todo era armonía. El presidente Evo Morales y el gobernador cruceño, Rubén Costas, juntos, y la abigarrada multitud, escuchaban atentamente el mensaje del Papa argentino.

Partiendo de la parábola de los panes y los peces, Francisco fustigó la “lógica del descarte”, y llamó a una “solidaridad verdadera”. No podemos decir “perdón, no nos dan los números, no nos cierran las cuentas”. Una lógica que pretende dejar espacio a muy pocos, descartando a todos aquellos que no «producen». Y Jesús, una vez más, vuelve a hablarnos y nos dice: “No, no, no es necesario excluirlos, no es necesario que se vayan, denles ustedes de comer”.

El mensaje de Francisco se escuchó en esta ciudad donde los contrastes son evidentes. Donde el derroche de lujo convive con la pobreza extrema. En el Cristo comenzó la serie de fuertes conceptos que traía para los bolivianos.



MOVIMIENTOS

En la Expocruz lo esperaban los más de mil quinientos delegados sindicalistas, indígenas, autogestionarios, de todos los países de América Latina y también de los otros continentes. Allá se debatía el temario “Tierra, Techo y Trabajo”.

Los aplausos de bienvenida a Evo y Francisco, se convirtieron en ovaciones al final del discurso del Papa. Es que Francisco no se guardó nada, o como dicen sus paisanos argentinos, puso toda la carne en el asador.

Evo le precedió en los discursos para explicar las políticas del proceso de cambio en Bolivia, y de sus éxitos, sus debilidades y la unidad necesaria para continuar. Precisamente, el Papa tomó aquella expresión y dijo que le gustaba mucho “proceso de cambio”, y matizó al decir que el cambio puede corromperse, por lo que “hay que cambiar el corazón”. Señaló que en su lucha por “las tres T” (Trabajo, Techo, Tierra), y que en los grandes procesos de cambio son protagonistas los movimientos populares. “¡No se achiquen!”, instó.

Apuntó que detrás de “tanto dolor y tanta muerte” está “el estiércol del Diablo”, es decir, la ambición desmedida del dinero. “Digámoslo sin miedo, queremos un cambio real, un cambio de estructuras”, se refirió al sistema imperante en el mundo, el sistema capitalista.

Uno de los momentos más emotivos del Encuentro fue cuando pidió explícitamente perdón por los crímenes de la Iglesia católica, en términos mucho más claros de los que lo hiciera algún antecesor suyo.



RELIGIOSOS

En la reunión con sacerdotes y religiosos, Francisco reflexionó en torno a sus deberes. Quizás lo que resume el mensaje del Papa es la afirmación de que Dios es el prójimo. Las exhortaciones a curas y monjas, obispos y cardenales son frecuentes en Francisco, casi siempre referidas a un cambio en las relaciones con el pueblo, un cambio de acercamiento efectivo. Pidió que dejen de ser capataces y dejen de cobrar por los servicios religiosos.



CÁRCEL

Cuando no se trasladaba en el papamóvil –una camioneta prácticamente descubierta, Francisco iba en un automóvil modesto para un jefe de Estado. En este coche se dirigió hasta la ciudadela carcelaria de Palmasola, una de las más conflictivas de Bolivia y donde el hacinamiento y la violencia son cotidianas. Pasando por barriales, no solo por las calles llenas de barro, sino de pobreza, pero con rostros emocionados por su llegada.

El cansancio de las múltiples actividades se hacía notar en este hombre de 79 años. Abordó en un carrito de campo de golf, que se veía insólito en este recinto y saludaba a hombres, mujeres y niños encarcelados y ávidos de esperanza y curiosidad ante la visita de tan importante personaje.

“El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados”, dijo al presentarse a los reclusos que escucharon pacíficamente su mensaje y le dieron una calurosa bienvenida.

Instó a los privados de libertad a no perder la fe. “El demonio busca la pelea, busca la rivalidad, la división, los bandos”, dijo a los reos, seguro anoticiado que hace dos años, ese penal, se vio sacudido por una matanza en una batalla de bandas rivales.

Al partir Francisco dejó muchos corazones llenos y la sensación de un Papa cercano

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