domingo, 30 de noviembre de 2014

Un boliviano investiga imágenes del exterior



Hace 20 años, la vida del boliviano, nacido en La Paz, Ricardo Castañón cambió de rumbo. Siendo ateo, en su condición de científico, fue testigo de las lágrimas de la imagen del Cristo que llora (1992), hecho que lo transformó en un hombre de fe. Sus estudios los llevaron a convertirse al catolicismo. A sus 64 años ha investigado diferentes imágenes e íconos.

“No hay mejor prueba que la fe para saber que se trata de un mensaje enviado desde los cielos. Si uno tiene fe y ve llorar a la imagen, entonces la prueba es más que suficiente”, dijo a La Razón Castañón, quien es neurofisiólogo, doctor en psicología clínica y con especialidades en medicina psicosomática y neuropsicofisiología cognitiva.

Su primer encuentro con un evento extraordinario lo vivió en 1992, cuando le pidieron que estudie el caso de un Cristo que llora en la ciudad de Cochabamba. Recogió una muestra, la llevó a un laboratorio y le confirmaron que se trataba de lágrimas humanas.

Al poco tiempo le convocaron a estudiar el caso de una mujer estadounidense en Atlanta, Georgia, quien afirmaba que se le aparecía la Virgen. Realizó un estudio y estableció que las visiones estaban relacionadas con ondas cerebrales delta (estado de sueño profundo). Explicó que ningún cerebro puede producir en estado de vigilia.

En 1995 comenzó a estudiar al Cristo de las Limpias, también en Cochabamba, y cuyo resultado coadyuva al informe de los obispos encargados de investigar. En 1999, el entonces arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio, hoy el papa Francisco, le invitó a investigar la aparición de una hostia roja en una parroquia. Realizados los estudios, se estableció que era carne y sangre humana.

“Se trataba de tejido de corazón con cambios degenerativos debido a que las células estaban inflamadas”, resumió el informe. Similar trabajo realizó en México, por el sangrado de una hostia en la Diócesis de Chilpancingo-Chilapa. Luego de estudios, la Diócesis lo proclamó como Milagro Eucarístico, en 2013.

Castañón investigó el cerebro humano y las relaciones interpersonales como director de una clínica para enfermos mentales. Entonces era ateo. “La vida me demostró que hay algo más allá que el lenguaje de la ciencia para explicar y comprender el mundo”. Su pensamiento fue difundido a través de 17 libros y más de 2.300 conferencias en el mundo.

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