domingo, 27 de abril de 2014

Oruro fue especial para Juan Pablo II y él para los orureños

La canonización de Juan XXIII y sobre todo de Juan Pablo II, significa mucho para los orureños, y más para quienes tuvieron la oportunidad de presenciar la visita del "Papa peregrino" a nuestra ciudad.

Esta canonización sin duda alguna, hace que muchos recuerden esos momentos, tal el caso de doña Emma Puña de Dupleich, una mujer que dio mucho desde donde se encontró, en diferentes ocasiones como autoridad nacional y municipal.

Es así que esta distinguida dama orureña, cuenta: "Cuando entré de concejal, me di cuenta que no había libro de Oro en la Alcaldía entonces dije –tenemos que tener un libro de honor-, y me acordé de la visita del papa, y dije sería lindo que empiece este libro con una dedicatoria del Papa entonces le escribí esta carta:

"…en toda esta algarabía, nos olvidamos de hechos mundanos, tales como por ejemplo el que nos ocupa hoy, que se refiere a que nuestra Alcaldía no tiene en su Libro de Oro, dedicado a los huéspedes ilustres que visitan Oruro, la firma suya.

No queremos Santo Padre que este Libro no guarde para la historia su firma que es la prueba fehaciente de que estuvo con nosotros compartiendo momentos de gran espiritualidad. Por ello, le suplicamos que tenga a bien firmar la hoja adjunta y devolverla a su más pronta conveniencia. Siempre que no fuera salirnos de todo protocolo y pedirle a usted demasiado, quisiéramos asimismo que este libro lleve su bendición.

Con este motivo y esperando que usted comprenda a cabalidad el deseo que nos impulsa para pedirle lo anotado, le saludamos con todo respeto deseándole la paz y la luz del Espíritu Santo sean siempre con usted.

Doña Emma Puña, cuenta que el Papa pide a sus colaboradores responder las notas que le envían, pero que en esta ocasión fue diferente, ya que él quiso en persona escribirles a los orureños, y así lo hizo, manifestando: Siento un gran gozo por estar hoy con vosotros en Oruro, para celebrar nuestra fe común en Jesucristo resucitado. Que Él viva siempre en vuestros corazones, en vuestras familias, en vuestros trabajos de cada día. Oruro, 11 de mayo de 1988 – Joannes Paulus II.

Una vez cumplida su misión y satisfecha con lo conseguido, se pidió al artista Jaime Calizaya que reflejara la visita de Juan Pablo II a Oruro, quedando en esa pintura grabado el momento en que el sumo pontífice bendice a un minero.

Imagen que fue impresa en varios ejemplares junto a las réplicas de la respuesta del Santo Padre, hecha con su puño y letra.

Pasaron los años y doña Emma de Dupleich no descansó en su intención de inmortalizar la llegada del pontífice a esta tierra, y gestionó desde su posición como senadora suplente, que el campo santo que recorrió el Vicario de Cristo se convirtiera en una plaza que llevara su nombre, Juan Pablo II.

Es así que se conoce, por los documentos que doña Emmita guarda, que en 1994 se solicita al presidente de la Corporación de Desarrollo de Oruro (Cordeor), Marcelo Arzabe, se presenten los planos que se elaboraron en esa institución para la plaza.

Luego de bastante tiempo, el 2 de mayo de 1995, Arzabe entrega a la señora Dupleich la carpeta de la mencionada plaza.

A los pocos días con esta buena noticia, de tener ya en sus manos la carpeta para la obra, viaja, el 10 de mayo, a la ciudad de La Paz a visitar al nuncio apostólico, Giovanni Tonucci, pero, le piden que vuelva al día siguiente, y que por tener un viaje, sólo la recibiría en horas de la mañana.

"Emocionada, me levanté muy temprano y fui a visitar al nuncio, quien me recibió de muy buen agrado, y se alegró mucho al conocer la obra que se pretendía realizar en nombre del Papa", recordó doña Emma.

Esta autoridad religiosa, se comprometió para colaborar en todo lo que se necesitara, con la gestora de esta plaza, sin embargo, Dupleich le pidió a Tonucci que escribiera este compromiso, y al no encontrar una hoja de papel, sacó el original del cuadro que hizo Calizaya y fue donde escribió el nuncio: Para ir adelante en este "sueño", para que sea hermosa realidad, tiene a un obrero más a sus órdenes y con todo el entusiasmo posible. 11 de mayo de 1995 - Giovanni Tonucci.

¡Oh! Sorpresa la que se llevó el religioso, cuando al poner la fecha se dio cuenta que era la misma en la que Juan Pablo II estuvo en Oruro, siete años atrás; expresando su asombro a la distinguida dama y explicándole que era la misma fecha y la misma hora de la llegada del Papa a la ciudad orureña, y que el siete de los años transcurridos para los creyentes es un número sagrado, que simboliza la perfección, por lo que sería una obra que se haría realidad.

Ese año, el domingo 25 de junio, en presencia del Canciller de la República Antonio Araníbar Quiroga, del nuncio apostólico, Giovanni Tonucci, la Cónsul de Alemania Rossemary de Cederberg y el pueblo en general se celebró una misa y se colocó la piedra fundamental iniciándose así la construcción de la Plaza Juan Pablo II, obra que estaría cargo de las principales autoridades y en particular de la Corporación Regional de Desarrollo. "De esta manera se plasmará en realidad un anhelo largamente esperado que a su conclusión será un permanente recuerdo de la visita de su Santidad Juan Pablo II a Oruro", así daba cuenta el periódico El Expreso de este acontecimiento.

Sin embargo, pasaron 15 años y la obra no se hacía realidad, por lo que Dupleich, por entonces presidenta del comité impulsor de la obra, pidió a las autoridades que cumplan con este compromiso, de esperanza, paz y unión.

Fueron muchos los motivos por los que esa construcción se atrasó, pero recordando los 20 años de esa fecha memorable en la que el Santo Padre besó tierra orureña, se entregó la plaza en 2008.

Hoy vemos a esta plaza que costó años de gestiones para que se la realice, totalmente abandonada por las autoridades municipales, con las estatuas bastante deterioradas, y una vez más doña Emma de Dupleich es la que no solo llama a refaccionarla, sino que tiene algunas ideas que seguro se plasmarán para ayudar a hacer el mantenimiento respectivo. Hoy que se canoniza a uno de los personajes más recordados y queridos de la historia, se espera que en su memoria pueda mejorar ese espacio de espiritualidad.

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