lunes, 3 de febrero de 2014

Virgen de Copacabana Virgen Potosina

La Villa Imperial de Potosí, no fue solamente la colosal fortuna y fuente inagotable de riqueza argentífera que dio sustento al Imperio de Carlos V y otras potencias del orbe; Potosí fue igualmente un centro religioso con esencia humana, inquietudes culturales y gestos románticos en medio de la codicia demostrada por colonizadores españoles y sus descendientes.
Voraces conquistadores asentados en esta tierra prodigiosa, fueron igualmente conquistados por ella y, al mezclarse con otra raza propia del antiguo Kollasuyo, dieron lugar a un tipo humano muy valioso.
Esos nuevos seres, mezcla de vasco y quéchua, hicieron combinación magnífica que supo atesorar grandes virtudes y magníficas creaciones, donde la tenacidad se confundió con la dulzura, la dignidad con el romanticismo y el orgullo con el honor.
Entonces, ese ambiente potosino forjó una cultura propia con maravillosas obras de arte que son los mayores tesoros del antiguo virreinato, principalmente en arquitectura imponente, su escultura maravillosa y su pintura hermosísima que hacen un conjunto admirable propio de los pueblos con espíritu sensible y un refinado sentido estético.
Si bien en literatura y música, la producción fue limitada a causa de factores propios de la época, los tesoros de su arte escultural son de notabilidad admirable como los realizados por Gaspar de la Cueva, así como por el indio Francisco Tito Yupanqui venido de Omasuyos y perteneciente a la parcialidad de los Anansayas.
En esta opulenta y piadosa ciudad Imperial, se presentaron grandes contrastes; por un lado la codicia desbordante por la riqueza material, y por otro, el respeto hacia las cosas santas con refinamientos de espíritu y arte.
En lo último, se mostraron grandezas humanas como las ofrecidas por Francisco Tito Yupanqui, quien estando en Potosí junto con su hermano Felipe León el año 1582, aprendió y perfeccionó sus dotes de escultor en el taller del afamado maestro Diego Ortiz de Guzmán, para luego llevar adelante su ansiado sueño de labrar la imagen de la Santísima Virgen de la Candelaria con destino al lejano pueblo de Copacabana.


TRABAJO ESCULTURAL DE FRANCISCO TITO YUPANQUI
La Virgen del Santísimo Rosario venerada en el templo de Santo Domingo de Potosí, fue la que sirvió de modelo para que el indio Tito Yupanqui trabajara la escultura dedicada a María Madre de Jesús, para tiempo después llamársela Virgen de Copacabana. Para este propósito, el indio escultor imploró a Dios a fin de que su obra sea un verdadero milagro, como lo fue en el curso del tiempo.
El trabajo en sí, empezó en fecha 4 de junio de 1582; siendo evidente que la talla de la Virgen de Copacabana fue labrada en base a trozos de madera maguey traído de las orillas del Lago Titicaca y terminada con un baño de estuco.
El taller donde se labró esta obra, encontrábase en la parroquia de San Martín, cuyas viviendas por cierto humildes eran ocupadas generalmente por los indios lupayas venidos de lugares aledaños a la gran laguna de Chucuito. Fue allí donde Tito Yupanqui teniendo su pequeña “Chujlla”, se refugió en ella para lograr su objetivo cristiano, siendo su maestro Ortiz de Guzmán, el primero en haber admirado la talla de la imagen religiosa en advocación de la Virgen María de la Candelaria.
Sin embargo de ello, fueron varias las peripecias o contratiempos por los que pasó Francisco Tito Yupanqui para obtener su cometido, tal es así que en una parte de su autobiografía, escribe lo siguiente: “andamos los eclesias ona por ona, merando el ropaje, il Neño e eso candela. Dispoes de cuando lo sabía otro poco digo algo di entalladora, me lo foi al chaupi en donde lo empece otros echas dil Vergen….”. “Yo lo rogaba al Dios con el Vergen, e me encomendaba para que ista ichora saliera boino………”.
La primera escultura dedicada a la Virgen María de la Candelaria, en verdad no gustó a su autor Tito Yupanqui, habiéndola depositado en un lugar cercano a su taller de la Chujlla, para años después, dicha obra ser trasladada a la iglesia mayor de Potosí, encontrándose actualmente en el primer altar de entrada hacia la izquierda.
Francisco Tito Yupanqui, siendo perseverante con su proyecto, logró una segunda escultura de la Virgen que, para él fue mejor que la primera. Ciertamente, la hechura terminada por el escultor Yupanqui, fue muy buena, aunque otros decían que era tosca o nada elegante, hasta el extremo de que el Obispo Graneros, le negó a Yupanqui el permiso para que realice aquella escultura, bajo pena de recibir castigo de la Iglesia.
En atención a ello, el indio escultor, sacó a la Virgen de Potosí, sin haberla terminado de pintar ni dorarla, con destino a Copacabana, previo descanso en el convento de San Francisco de la ciudad de La Paz, donde la obra de Yupanqui se mostró maravillosa como un milagro divino.


ENTRADA TRIUNFAL DE LA VIRGEN POTOSINA AL PUEBLO DE COPACABANA
Luego de muchas peripecias ocurridas en el trayecto de Potosí hacia la ciudad de La Paz, y de ella al estrecho de Tiquina, finalmente la Virgen Morena esculpida en Potosí, ingresó triunfalmente a Copacabana, llevada en andas por diez indios devotos a la cabeza de don Gerónimo Marañón que a la sazón era Corregidor de Omasuyos y pueblo de Copacabana.
La emperatriz de los cielos, mostró su belleza resplandeciente, arrebatando los ojos de todos los lugareños, quienes con dulzura de reverencia contemplaban el rostro divino de la peregrina Madre de Jesús
El 2 de febrero de 1583, la escultura de la imagen religiosa fue entronizada con toda devoción en la capilla de adobes de la Doctrina de Copacabana. Cuyos pobladores expresaron su alegría, pregonando a la Virgen con voces confusas pero llenas de gran regocijo. Luego se ofició la santa misa en gracia divina a esta maravilla, habiendo hecho su primer milagro en su misma imagen, cuando el Niño estando muy levantado sobre el pecho de la Madre y cubriendo los ojos de Ella, esta posición quedó milagrosamente arreglada sin que nadie la tocara, mostrando al Niño más reclinado, tal como se tiene en la actualidad.
El cura que ofició la primera misa en honor a la Virgen de Copacabana, fue el padre Antonio de Montoro. Seis años después, a partir del 16 de enero de 1589 fueron los frailes de San Agustín los que hiciéronse cargo de la Doctrina de Copacabana y de la sagrada imagen, siendo los primeros agustinos en ingresar al lugar, Fray. Juan de Figueroa, Fray Gaspar de los Reyes y Fray Diego Nieto, este último, Prior del Convento de La Plata.
En 1614 se inició la construcción de una Capilla Mayor para acoger a los numerosos devotos que llegaban de toda la Península. Años después llegó a edificarse el templo cristiano con apoyo moral y material del Virrey Conde de Lemos, estrenándose la obra en 1678. Transcurrido siglo y medio, o sea el 5 de abril de 1805 fue consagrado el templo con el título de “La Purificación” a cargo del Obispo de La Paz, Mons. Remigio de la Santa y Ortega.
En la actualidad son los frailes de la Orden de San Francisco de Asís, los que tienen a su cargo el convento y templo de Copacabana, con devoción a la venerada imagen de la Virgen María, colocada en al altar mayor y asentada en el tabernáculo con torno giratorio y costosos ornamentos labrados con plata potosina, pudiendo contemplársela de cerca cuando Ella se muestra de cara hacia el camarín chico y vista a la república del Perú.


Presidente de la Sociedad Geográfica y de Historia “Potosí”

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