domingo, 11 de agosto de 2013

La costarricense Floribeth Mora Díaz asegura haber sido sanada por la intercesión del papa Juan Pablo II.

Lágrimas y sonrisas invaden al mismo tiempo su rostro cada vez que empieza a hablar de la extraordinaria experiencia que dice haber vivido. Y ahora no se cansa de contarla, cuantas veces se lo pidan. Quiere gritar a viva voz “que hay un Dios grande que nunca se olvida de nosotros”.

Llevar ese testimonio de fe a todas partes del mundo es ahora la motivación de vida de Floribeth Mora Díaz, la costarricense que asegura haber sido sanada del aneurisma cerebral que padecía gracias a un milagro divino concedido mediante la intercesión del papa Juan Pablo II. Ese es cabalmente el segundo milagro atribuido al pontífice polaco fallecido el 2 de abril de 2005 y el que además abrió el camino a su canonización, que fue aprobada hace poco por el papa Francisco.

Mora se da tiempo para atender las múltiples entrevistas, visitas y conferencias que le solicitan tanto dentro como fuera de su país. Y es así que dice sentirse feliz también de llegar con su historia a Bolivia a través de la entrevista telefónica de una hora que la revista Extra pudo lograr con ella desde San José.
Con voz suave y pausada, esta mujer robusta, de baja estatura y larga cabellera, repite una y otra vez lo importante que es mantener la fe en Dios no solo en los malos sino también en los buenos momentos.

Mora proviene de una familia numerosa y católica de San José (capital de Costa Rica). Está casada con el también costarricense Edwin Arce, tienen cinco hijos (tres varones y dos mujeres) y ahora ya cuenta con seis nietos. Hace unos días acaba de sumarse otro nieto más a la familia Arce-Mora, un hecho que cree que también ha sido tocado por la milagrosa mano divina.
Según relata Floribeth, su hija no podía embarazarse y durante cuatro años estuvo intentando sin éxito varios tratamientos médicos hasta que al fin su sueño se hizo realidad. “Dios ha hecho muchas cosas buenas en mi vida. Mi hija quedó embarazada y acaba de nacer su bebé. Ella estaba tan emocionada que decidió llamar Pablo a su hijo, también en honor de Juan Pablo II”, explica.

Su agonía
Con parte del cuerpo inmovilizado y pocas esperanzas de vida luego de que los médicos le diagnosticaron un aneurisma fusiforme en el lado derecho de su cerebro, Floribeth Mora de 50 años de edad cuenta que el 1 de mayo de 2011 la vida empezó a tener otro sentido para ella.

Según relata, el domingo de misericordia (una semana después de la celebración del domingo de resurrección) al salir de la misa vio pasar de cerca una procesión del Señor de la Misericordia y se quedó a escuchar la prédica. “Recé mucho y pedí por mi sanación”, afirma.
Su familia tenía que ayudarle en todo momento para poder movilizarse y aún recuerda con pesar los malestares que sufría.

“Sentía fuertes dolores de cabeza, eran raros. El lado izquierdo de mi cuerpo comenzó a deteriorarse, no podía sostener en las manos ni un vaso ni una cuchara, también comencé a sentir debilidad en mis piernas, me costaba caminar, así que tenía que moverme con ayuda o agarrándome de lo que encontraba al paso. Yo tenía miedo pero al mismo tiempo quería ser fuerte para el momento crucial. Sin embargo, las cosas fueron sucediendo conforme la voluntad de Dios”, indica.

El gran día
Cayó la noche del 1 de mayo de 2012 y Floribeth dormía profundamente a causa de los fuertes medicamentos que tenía que tomar como parte de su tratamiento. No recuerda por qué pero relata que inesperadamente despertó en la madrugada (del 2 de mayo) y alcanzó a ver por la TV toda la transmisión del acto de beatificación de Juan Pablo II.

“Ya eran las ocho de la mañana y de un momento a otro escuché una voz fuerte que me decía: ‘Levántate’. Miré a mi alrededor sorprendida porque no había nadie en el cuarto cuando de pronto volví a escuchar la misma voz diciendo: ‘Levántate, no tengas miedo’. Yo tenía colgado en mi habitación un retrato del papa Juan Pablo II que un diario costarricense publicó en un suplemento especial y al mirar esa imagen quedé asombrada al ver que las manos salían del cuadro indicando que me levantara. Yo solo contesté, sí señor y me levanté”, relata emocionada.
Aún sin poder explicarse lo que pasó realmente en aquel cuarto, logró caminar hacia la cocina y contar lo sucedido a su esposo y luego al resto de su familia dejándolos también igual de sorprendidos. A partir de ese momento la mejoría que fue sintiendo en su salud avanzó paulatinamente y los dolores desaparecieron.

Difunde su testimonio
Pero, ¿qué sintió realmente Floribeth Mora cuando escuchó esa voz misteriosa en su cuarto?
“Me llené de paz. Sentí una maravillosa sensación de tranquilidad. Ya no sentía miedo ni tampoco la agonía al moverme. Dios empezó a trabajar dentro de mí hasta llegar a lo que ahora soy, una mujer sana”, responde.

Actualmente Floribeth Mora se mueve sin dificultad. “Ya puedo digitar la computadora como lo hacía antes, puedo tomar un vaso o una cuchara sin derramar su contenido y puedo comer por mis propios medios”, asevera.
Mora cree haber sido bendecida por Dios y considera que ahora tiene la misión de llevar su testimonio de fe a todas partes.

“Solo Dios sabe cuál es el propósito que él tiene para mí. A esta mujer insignificante, el Señor miró con ojos de misericordia y me devolvió la vida. Estoy convencida de que hay un Dios que vive y que escucha nuestras súplicas cuando más lo necesitamos. Por eso hay que mantener siempre la fe en él y seguirlo todo el tiempo”, reflexiona.

Admira a Juan Pablo II
Floribeth Mora admite haber admirado siempre a Juan Pablo II por su humildad. Recuerda la oportunidad que tuvo de presenciar la visita que hizo ese pontífice a la capital de Costa Rica en 1983.

“Yo tenía 20 años. De lejos varios jóvenes pudimos sentir su presencia. Era imposible verlo directamente, había tanta gente”, comenta Mora.
También asegura sentir un profundo respeto y admiración por el papa Francisco. “Es una persona que nos está enseñando el valor de la sencillez y la humildad”, puntualiza.

Es una ferviente católica y recuerda que sus padres la motivaban a asistir a menudo a misa. “Es importante que como católicos nunca perdamos la fe. Las pruebas de la vida son duras. Todo cuesta, hay sacrificios que hacer. Llegará el tiempo del Señor en que todo se solucionará. Hay que tener paciencia”, dice

Pasó por varias pruebas
Contar la experiencia milagrosa que Floribeth Mora asegura haber vivido y más aún que le crean representaba todo un desafío. Pero las pruebas médicas que se le practicaron posteriormente revelaron la inexplicable desaparición del aneurisma cerebral.

“Creí que iba a ser difícil que alguien me creyera. Incluso temía que las personas pudieran pensar que estaba loca o que vi visiones pero es una realidad que viví y pude comprobar con documentos la sanación que el Señor hizo en mí”, enfatiza.
Los cambios en la salud de esta costarricense se fueron viendo poco a poco sorprendiendo no solo a su familia sino también a los médicos. Tuvo que someterse a varios exámenes médicos.

En octubre de 2011 acudió al sistema de seguridad social de Costa Rica y se confirmó que no existían los síntomas neurológicos, por lo que se le envió a realizarse otro examen en noviembre que ratificó la desaparición del aneurisma cerebral. “El 11 del 11 de 2011 la gran sorpresa es que el reporte médico indicó que todo era normal, no había aneurisma ni lesión cerebral", dijo en esa oportunidad el médico Alejandro Vargas, quien le había diagnostado el aneurisma cerebral y que siguió su caso.

El neurocirujano Carlos Dabdoub con 35 años de experiencia en Bolivia aunque evitó dar una opinión específica sobre este caso, explicó que los aneurismas fusiformes son poco frecuentes y dijo que en toda su carrera profesional no conoció ningún caso de que esa lesión vascular se haya cerrado espontáneamente. “De malformación arteriovenosa sí conozco”, dijo.

El Vaticano siguió su caso
Con los informes médicos en mano, Floribeth Mora decide publicar su testimonio en internet a través de la página del papa Juan Pablo II (www.karolwojtila.com).

Luego el Vaticano comienza a interesarse por su historia y contacta a la mujer. Ya en octubre de 2012 se lleva a Floribeth a Roma para ser sometida a otros exámenes clínicos que comprobaron nuevamente la desaparición del aneurisma cerebral.

A partir de ahí se inició el proceso de investigación sobre el presunto milagro atribuido al beato Juan Pablo II la cual fue aprobada el 2 de julio de 2013 por la comisión de cardenales de la Congregación para la Causa de los Santos del Vaticano, paso clave para la canonización, que más tarde (el 5 de julio) recibió el visto bueno del papa Francisco.

Creer o no creer
Hay quienes no creen en milagros, posición que Floribeth Mora dice respetar. “El que me quiera creer que me crea y el que no quiera que no lo haga, nadie está obligado a hacerlo. Yo respeto los criterios de cada persona. Lo importante es mantener la fe en Dios”, dice esta costarricense.

Mora nació en el barrio Cristo Rey, en una de las zonas marginales de San José y actualmente vive en la comunidad de Tres Ríos, un área rural dedicada en su mayor parte a la caficultura.
El haber vivido en zonas con muchas necesidades parece haber contagiado la sencillez que Mora irradia al expresarse.

Alejandra Madrigal, periodista de ADN Radio en Costa Rica tuvo la oportunidad de entrevistar a Floribeth Mora en su casa y también destaca la sencillez de esa mujer. “Su casa no está rodeada de lujos, su vida tampoco. Le gusta arreglarse y sentirse bien y esa calidez es la que refleja cuando uno está al frente de ella. Al relatar lo que le pasó habla convencida de haber sido sanada por la fe y logra arrancar lágrimas con su testimonio. En su barrio todos quieren conocer su historia y la tratan con especial cariño. Tiene un brillo especial en los ojos e irradia felicidad”, describe Madrigal.

Junto a su esposo, Floribeth administra ahora una empresa de repuestos de vehículos pero a su vez ha retomado sus estudios de Derecho en la universidad.
De sus padres asegura haber heredado buenos valores. “Todos mis hermanos terminamos el bachillerato y somos personas de provecho. Trabajamos y luchamos por nuestras familias”señala.



Su papá José Joaquín Mora falleció, pero quien aún la acompaña es su mamá, Valeria Díaz, de 93 años, de quien destaca la buena memoria y el dinamismo que aún mantiene intactos.
En total son 10 hermanos (ocho mujeres y dos hombres). Cada 14 de mayo se reúne toda la familia, que actualmente ya está integrada además por 58 nietos, 27 bisnietos y 10 tataranietos.

Si bien ahora Floribeth Mora es una mujer tranquila y a veces seria, recuerda entre risas lo traviesa que era en niña. “Mi papá siempre me regañaba porque algunas veces cuando me mandaban a dormir temprano yo de escondidas les desconectaba el televisor para que ellos también fueran a dormir”, comenta.
Reparte su tiempo entre el trabajo y el estudio, lo que la mantiene ocupada todos los días pero se da espacio para hacer lo que más le gusta, cocinar.

Admite que lo que más le molesta son las promesas incumplidas de algunos políticos y lo que más le divierte es compartir tiempo con sus nietos.
Si bien cree que una de sus virtudes es ser una mujer muy dinámica porque le gusta hacer varias cosas a la vez, cree que uno de sus defectos es ser perfeccionista.

Aunque ya ha sido entrevistada por varios medios de comunicación y frecuentemente es invitada a varios eventos para contar su testimonio, admite que le sigue costando superar los nervios que siente al hablar en público o estar frente a las cámaras fotográficas o de televisión

No es algo fácilmente explicable
Dr. Alejandro Vargas R. Atendía en el Hospital Calderón Guardia a Floribeth Mora (Entrevista extractada del diario La Nación-Costa Rica)

¿Qué tenía Floribeth?
Un aneurisma cerebral es una dilatación de una de las arterias del cerebro. Hay dos tipos: fusiforme y sacular. Esta paciente tenía uno fusiforme, una dilatación de toda la circunferencia de la arteria, por lo que tuvo un sangrado.

¿Qué se determinó hacer?
El tratamiento de aneurismas fusiformes es netamente conservador para quitar o disminuir los factores de riesgo para un sangrado. En el caso de esta paciente, era hipertensa y tenía un poco alto el colesterol y los triglicéridos. Se le indicó que hiciera un cambio alimentario y que disminuyera la tensión arterial mediante medicamentos (...) Como es un aneurisma poco frecuente, hicimos varias sesiones clínicas y se presentó el caso en un simposio latinoamericano, la mayoría abogó por que fuera un manejo conservador y no quirúrgico.

¿Pudo ese manejo conservador haber sido el causante de la mejoría en la paciente?
Bueno, que desaparezca un aneurisma tan grande y en toda la circunferencia del cerebro, no es algo fácilmente explicable desde el punto de vista médico. Por eso es curioso que, de pronto, o a los meses, en el estudio que le hicimos, la resonancia magnética fue reportada como normal.

¿Usted cree que es posible que suceda un milagro?
Claro. Soy católico y como médico de muchos años de trabajar, creo que los milagros pueden existir. Uno ve todos los días que hay milagros en cosas que hacemos no solo los médicos, sino toda la gente en general y que gracias a Dios son para el bien de las personas. Entonces, creo en milagros.

¿Tuvo contacto con médicos del Vaticano?
Yo estuve en contacto con sacerdotes, pero posiblemente tenían alguna especialidad en algo. No eran médicos.

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