miércoles, 24 de julio de 2013

Aposento austero para Francisco

Las dos primeras noches de Francisco en suelo latinoamericano tuvo el sello de austeridad que le ha dado a su papado. Después de que el lunes se reuniera con la presidenta Dilma Rousseff en el Palacio de Guanabara, el pontífice durmió en un cuarto de 45 metros cuadrados, tras haber rechazado uno de lujo que había dispuesto la organización local.

El alojamiento del papa tiene lugar en la residencia oficial de la Arquidiócesis de Río de Janeiro. En una habitación con una cama para una persona, una mesa de luz, un crucifijo, un sillón tapizado en blanco y una pequeña recepción donde hay un escritorio, dos sillas y un frigobar. El lugar cuenta con dos puertas ventanas que dan a un jardín interno.
La casa fue construida en la década del 50 y tiene siete dormitorios, que ocuparán los otros cardenales. Su ubicación es la zona norte de Río, en la calle Sumaré.

Francisco “tendrá sus ángeles” durante su estadía de una semana en Río, dijo al diario Clarín un miembro de la organización del encuentro. Una de ellas es Terezinha Fernández, hermana del Instituto Nossa Senhora do Bom Conselho. Con una sonrisa siempre lista, es la encargada de cocinar lo que comerá Francisco.

El menú, al principio, fue un secreto, pero los medios brasileños le preguntaron tantas veces a Terezinha qué cocinaría que terminó contándolo. Un día le servirá un “churrasco” a la brasileña. Carne asada con arroz, verduras y ensalada. También horneará los típicos panes de queso, algunas tortas y soufflé de maíz. Y siempre habrá frutas tropicales después de cada comida.

El jardín de la residencia es un homenaje a Francisco. Es un patio interno al que da una galería con arcadas pintadas de blanco y cuyos caminos entre plantas verdes recuerdan el sitio de los ejercicios de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, de la que Jorge Bergoglio es miembro.



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