lunes, 17 de septiembre de 2012

Tras las huellas de jesuitas en Palometas

El hallazgo de una virgen tallada en madera en un hueco enterrado en la comunidad Palometas, ubicada a 50 kilómetros de Portachuelo, en la provincia Santa Rosa del Sara, nos llevó hasta la propiedad “La Campana”, donde los antiguos vivientes del lugar creen haber encontrado las ruinas de las Misiones Jesuíticas de Moxos.

Bloques ondulados revelan posible presencia jesuita. Caminar por los senderos del monte de Palometas es como viajar en el tiempo al año 1750 y recorrer las huellas que dejaron los jesuitas. Llegamos a “La Campana”, una propiedad privada ubicada a unos 800 metros del sitio donde fue hallada la virgen tallada en madera. Es un lugar misterioso, enclavado a orillas de una quebrada seca que parece un camino infinito y a los pies de un cerro empinado cubierto de árboles donde se escucha el trinar de los pájaros y el silbido del viento. La propiedad tiene seis hectáreas e incluye ocho bloques ondulados cubiertos de plantaciones de papaya, yuca, maíz y árboles de motacú. Cada bloque mide alrededor de 5 metros cuadrados y están rellenados por al menos un metro de tierra. Cerca de las estructuras se observan las huellas de un pozo que por el paso del tiempo se encuentra semienterrado. De este lugar se presume que sacaron parte de la arena y las piedras para construir las ruinas enterradas que pertenecieron a la Misión Jesuítica de Moxos. Los antiguos moradores aseguran que se trata de un templo o un depósito de mercadería abandonada por los jesuitas. El guía de la excursión es el corregidor de la comunidad Palometas, Óscar Chávez, el hombre que halló la virgen de madera. El señor Chávez es nacido y criado en el pueblo y dice tener la suficiente autoridad para dar fe de lo que ha visto y oído en su comunidad. Por eso cuando se le pregunta si es cierto que encontraron objetos de los jesuitas, él asegura que sus padres y abuelitos hallaron restos óseos, pedazos de tiestos y piedras antiguas que por falta de cuidado desaparecieron.

'Hay gritos extraños en la zona'. Una tarde de invierno, cuando los rayos del sol se escondían y caía la cortina de la noche, el señor Óscar regresaba a casa luego de cumplir una jornada de trabajo en su chaco. Entonces escuchó gritos y llantos de niños y mujeres que retumbaban escandalosamente bajo los pies del cerro. “Pensé que los gritos venían de los familiares de algún fallecido en el pueblo”, rememora mientras se agarra la cabeza y apunta el camino, por donde caminaba esa tarde como si hubiese algo extraño en las entrañas de aquel cerro. Después de recorrer los montículos, se para un momento para recordar y continúa con su historia. Comenta que cuando llegó a su casa preguntó si alguien había escuchado los gemidos del monte y para su sorpresa nadie escuchó nada y no había ningún fallecido en el pueblo. Entonces decidió contarle a sus vecinos, quienes también le dijeron que habían vivido una experiencia parecida. Ya en el pueblo, cuando regresamos de La Campana, don Mario Méndez, de 68 años, un antiguo viviente coincide con el testimonio del señor Óscar. El longevo hombre, que camina agachado por el paso del tiempo, asegura haber encontrado restos de tinajas, y ser testigo de gritos extraños y fuertes vientos que soplaban desde el sur con escandalosos estruendos.

“Yo los escuché a mis padres hablar de los gritos y de las cosas de los jesuitas. Antes hablaban en el pueblo pero ahora nadie dice nada porque la gente vieja se acaba y la juventud no sabe nada", comenta sabiamente el señor Méndez. Como los señores Chávez y Méndez, algunos moradores antiguos, argumentan que sí hubo presencia jesuítica en “La Campana”, hoy una propiedad privada.

La Iglesia Católica ve relación con la misión jesuítica. Después de conocer la versión de los antiguos moradores de Palometas, nos dirigimos a la Iglesia Católica para conocer su testimonio respecto a la presencia de las Misiones Jesuíticas de Moxos en la zona. En la parroquia Inmaculada Concepción de Portachuelo, el padre Aquilino Libralón cree que los bloques de tierra de “La Campana” formaron parte de la evangelización de los jesuitas que estuvieron asentados, en un principio en Santa Rosa del Sara. Según el padre Aquilino, en Portachuelo se construyó el cuarto templo parroquial el 8 de diciembre de 1770, que dependía de Santa Rosa del Sara. “Me imagino yo que aquel entonces, hubo cierta irradiación de la evangelización de las misiones jesuíticas que puede haber llegado a Palometas. Puede ser que hayan construido un templo en esa población por considerar que había grupos de personas”, sostiene el párroco. Sin embargo, señala que pese a sus argumentos expuestos es una interrogante sin respuesta científica la posible relación entre la virgen de madera y los vestigios de los bloques. “Puede ser como dicen los antiguos vivientes que antes existía un templo denominado La Campana en el lugar; sin embargo, dada la cercanía me imagino que debe haber una relación”, acota. La Iglesia Católica; sin embargo, espera una investigación científica.

Creen que Palometa fue un puerto de los jesuitas. Desde el Museo de Arte Contemporáneo, ubicado en la calle Sucre, el historiador y artista plástico, Carlos Cibrián, sostiene que es probable la existencia de la Misión Jesuítica de Moxos en Palometa y que de confirmarse el hecho mediante una investigación “sería un gran hallazgo”. El historiador explica que la misión jesuítica de Buenavista data de fines del siglo XVII y que luego se trasladaron en dirección del río arriba de Palometa hasta llegar a comprar unas propiedades donde se instalaron casi al final del siglo XVIII. En esas propiedades, según Cibrián, estaban los puertos de Cuatro Ojos y Palometas, que fueron creados para tener comunicación entre Buenavista y Santa Rosa del Sara, que fue la última misión fundada antes de la expulsión del reino de España en 1767. El artista plástico e historiador se sustenta en el Catálogo del Archivo de Moxos y Chiquitos de Gabriel René Moreno, en el que cita los puertos de Cuatro Ojos y Palometa. “Creo que con los métodos de investigación arqueológica se deberá hacer un estudio para determinar la antigüedad de todos los materiales que se encuentren en el lugar para cotejar la información”, sugiere Cibrián. Aunque el puerto de Palometa era menos operable que Cuatro Ojos, lo cierto es que hubo una infraestructura construida por los padres jesuitas. Según el historiador Cibrián, en esos puertos se construyeron almacenes con infraestructura para preservar las mercancías de Moxos, como tela, algodón, chocolate, tamarindo, tallas de madera y varios artículos traídos desde España.

Mientras llegaban a Palometas las mercancías de Moxos, otro lugar que también tuvo almacenes, quizás el más grande fue Puerto Paila, donde en esa época instalaron una procuraduría, corrales y grandes almacenes de mercaderías, porque, según los datos históricos, eran el epicentro de lo que llegaba de Chiquitos y de Moxos, hoy Beni.

“Es muy probable que sean construcciones de los almacenes de los jesuitas. Según el catálogo de René Moreno, ahí hubo presencia de los jesuitas en la penúltima década de estos, entre 1750-1760”, reitera Calos Cibrián y asegura que sí hubo una conexión entre Las Misiones Jesuíticas de Moxos y Las Misiones Jesuíticas de Chiquitos (ver infografía).

Palometa era parte de Buenavista en la misión jesuita. Después de un repaso por los antecedentes históricos de las misiones, Bismark A. Cuéllar Chávez, director general de la Fundación Educativa Turismo Cultura e Historia, sostiene que los sacerdotes Juan de Montenegro y José de las Casas, trasladan la Misión de San Miguel a la zona de Azusaquí, hoy perteneciente a la provincia Warnes. Allí permanecen un tiempo no determinado para luego trasladarla a la zona de Palometa lo que se llamó la Misión de Palometa, hoy perteneciente a la provincia Sara, en donde se quedan cerca de veinte años. En este lugar, según relata Cuéllar, el Padre José de las Casas toma la “posta”, teniendo como asistente al padre Gabriel Díaz, quien luego fuera el fundador de la Misión de Santa Rosa de Sara. Deciden trasladar la Misión de Palometas al lugar que hoy ocupa Buenavista, a donde llegan el 26 de febrero de 1723 con 1.176 cristianos y se asienta definitivamente, fundándose la Misión con el nombre definitivo de Misión de los Santos Desposorios de José y María de Buenavista, hoy Municipio de Buenavista. La fundación fue con indios chiquitanos de las naciones de los Pacarás, Zumiquíes, Cozós, Choropas y Piñocas. Al padre José de las Casas, al fallecer le sucede en la administración de la misión el jesuita Diego Jurado en compañía del padre Simón o Miguel Rodríguez (en los escritos jesuitas unos lo nombran de Miguel y otros de Simón). El padre Jurado, al ser nombrado procurador provincial del Perú en Roma, en 1765 deja su cargo al padre Rodríguez quien permaneció hasta el extrañamiento de los jesuitas el año 1767. “Como se verá hubo un asentamiento misional jesuita en la zona en cuestión (Palometas). Durante años hemos buscado la ubicación de dicha Misión y esperamos que lo encontrado corresponda a ella”, sostiene Bismark Cuéllar, miembro de la Sociedad de Estudios Geográficos e Históricos de Santa Cruz.

Piden una investigación

Realizar una investigación con expertos arqueólogos para poder determinar si efectivamente corresponde al asentamiento o solo es un rancho de “pascana” hacia el puerto de Cuatro Ojos. Esa es la propuesta que plantea Bismark A. Cuéllar Chávez, de la Fundación Educativa Turismo, Cultura e Historia. "No se olvide que por ese camino se llegaba a dicho puerto (Ojos), desde donde se exportaba e importaba productos hacia Europa. Hoy ese puerto ha desaparecido por una crecida que tuvo el río Grande", sostiene Cuéllar. De igual forma, el historiador Carlos Cibrián añade que amerita que se haga una investigación profesional, para lo cual se debe comprometer el concurso y apoyo de las autoridades, que poca importancia le han dado a la investigación científica de nuestras raíces históricas. De hecho, en la zona y en otras se han encontrado vestigios de asentamientos ancestrales de los Arawak, tronco étnico y lingüístico de nuestros nativos, pero no se les ha valorado como corresponde, a tal punto que dichos restos están diseminados en casas particulares o en depósitos municipales. De hecho, El Día se comunicó con el secretario de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Gobernación de Santa Cruz, Manlio Roca, quien se comprometió contactarnos con la secretaria de Educación, Cultura y Juventud para acceder con los arqueólogos. Sin embargo, hasta el cierre del reportaje no recibimos ninguna llamada por parte de las autoridades departamentales.

Lugares paradisíacos en Santa Rosa del Sara

La provincia Sara posee gran variedad natural de flora y fauna, sumada a la riqueza mineral de su suelo. Como muestra están las poblaciones de Caranda y Colpa, yacimientos hidrocarburíferos de importancia histórica en la economía de Santa Cruz. Por su territorio corren varios ríos que dotan al paisaje de por sí pintoresco, de un atractivo adicional por sus puertos fluviales como Cuatro Ojos y Loma Alta. Los ríos Palometas, Palometillas y Guendá son espacios de sosiego y frescura permanente.

La principal actividad económica es la agrícola, las tierras son aptas para la producción pecuaria y forestal. Los principales cultivos son el arroz, maíz, soya, frejol, yuca y plátano, destinados principalmente al consumo interno; los excedentes de arroz son comercializados. La actividad pecuaria se enfoca en la cría de ganado bovino, aves de corral, cerdos, ovinos y caprinos. La ganadería menor está destinada al consumo doméstico.

Por la existencia de recursos forestales, la población se dedica al trabajo en aserraderos y carpinterías. Diversas especies de árboles maderables proveen de materia prima para la construcción. La reserva forestal El Choré facilita el desarrollo de una variada flora y fauna.

Se cuenta con un Plan de Uso del Suelo (PLUS) y uno de ordenamiento territorial (Norte de Santa Rosa). Existen propuestas para implementar sistemas de producción sostenibles (manejo de bosques, sistemas silvopastoriles y agrosilvopastoriles).

El municipio tiene un potencial hidrocarburífero, especialmente de gas natural, que puede aprovecharse en sistemas renovables, tales como el biogás, y la energía eólica, hídrica y solar. El potencial pecuario es notable, sobre todo para la producción de leche y queso; en este sentido, existen proyectos orientados al incremento de la producción y la construcción de lecherías. En la agropecuaria es destacable el potencial en el cultivo de arroz. Los recursos hídricos son abundantes; se cuenta con muchas corrientes de agua subterránea de poca profundidad.

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