sábado, 7 de abril de 2012

Sermón de las Siete Palabras Amor al prójimo y humildad de Jesús deben ser imitados por comunidad católica

Justo al medio día este Viernes Santo en la Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción La Catedral, el sacerdote encargado de la Parroquia de El Rosario, Alberto Fernández, realizó el Sermón de las Siete Palabras, centrando su reflexión en el amor de Jesús para con el prójimo, además del respeto, humildad y obediencia a su Padre Jehová, valores que deben ser imitados por la humanidad.

Después de la realización de la Vía Crucis, desarrollada a primeras horas de la mañana, se efectuó el denominado Sermón de las Siete Palabras, manifestación antiquísima que se centra en la reflexión referida a las últimas siete palabras de Jesús en la cruz, antes de su muerte.

El sacerdote Alberto Fernández, encargado por el Obispo de la Diócesis de Oruro para desarrollar este ritual litúrgico, indicó que estas últimas expresiones del Hijo del Hombre, antes de expirar en la cruz, fueron recogidas por los evangelistas, Mateo, Marcos, Lucas y Juan, escritos incluidos en el Nuevo Testamento de la Biblia.

En este contexto, el sacerdote Fernández dio cuenta de las Siete Palabras, comenzando por "Padre, Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen", continuó con "En verdad te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso", luego "Tengo sed", continuando con "Madre he ahí tu hijo, hijo he ahí tu madre", prosiguiendo con "Dios mío, Dios mío por qué me has abandonado", continuó con "Todo está consumado" y finalizó con "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu", palabras que fueron objeto de reflexión de forma separada.

Los dos primeros evangelios de la Biblia, Mateo y Marcos, mencionan solamente una de estas palabras, que en realidad es la cuarta. En tanto que Lucas relata tres, la primera, segunda y séptima. Juan recoge las tres restantes, la tercera, quinta y sexta.

Cada una de estas palabras, así como las acciones de Jesús, tienen un inmenso contenido que debemos aprender a comprenderlo y analizarlo, con el fundamental objetivo de aplicarlas en la vida diaria, principalmente amando al prójimo, antes de uno mismo, fue el mensaje del sermón de Viernes Santo.

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