domingo, 1 de abril de 2012

Católicos adelantan celebración de Semana Santa con una misa y procesión

Estudiantes de diferentes colegios católicos, jóvenes y familias de distintos barrios participaron ayer de una procesión y de una misa en la Catedral Metropolitana en la que el arzobispo Tito Solari convocó a los jóvenes, de manera especial, a llenarse del amor que Jesucristo derramó en la cruz y seguir sus pasos en cuanto a la capacidad de amar, de perdonar, de acoger al que se equivoca e incluso al que traiciona.

Los fieles católicos se reunieron en la plaza Colón a las 16:00. Desde allí, la procesión, encabezada por Solari y una imagen de Cristo en la cruz, avanzó con enormes ramas de palmeras y con palmas trenzadas, en conmemoración de la entrada triunfal de Jesús a Jerusalén, hace más de dos mil años. Entonando cánticos que reconocen el sacrificio, el amor incondicional y la autoridad de Jesucristo, el gentío entró a la Catedral. Niñas y niños vestidos con túnica, turbantes y palmas hicieron una alegoría del recibimiento al Redentor.

En su mensaje de reflexión, Solari hizo alusión a tres figuras de la Biblia que tuvieron diferentes actitudes hacia Jesús y destacó que con todas ellas, el hijo de Dios demostró el mismo amor. “La mujer que derramó un perfume carísimo sobre Jesús y que fue criticada por algunos, Él vio su corazón y dijo que ella sólo se anticipaba a lo que vendría, preparar su cuerpo para la muerte, Pedro que juró estar a su lado y aunque en una noche lo negó tres veces, la misericordia de Jesús lo alcanzó y lo convirtió, y Judas que a pesar de la traición, nunca fue rechazado por Jesús, hasta el último momento esperó que su amor mudara su corazón”.

Solari pidió a los niños y jóvenes que reflexionaran sobre el carácter de Dios, que siguieran su ejemplo y que pidan fortaleza del Señor para aprender a acoger no sólo a los que los aman, sino también a los que les fallan y traicionan. Rogó porque ese tipo de amor se extienda en Bolivia. En las afueras de la Catedral decenas de vendedoras de palmas traídas desde Santa Cruz, se apostaron en las aceras para vender los símbolos del recibimiento a Jesús en Bs 2, 3 y 5, dependiendo del tamaño.

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