viernes, 13 de abril de 2012

Brasil autoriza el aborto para los fetos sin cerebro con protestas religiosas

El Tribunal Supremo de Brasil declaró legal en la noche del jueves el aborto en los casos de fetos sin cerebro, dando por concluido un debate iniciado hace más de ocho años y en medio de protestas de grupos religiosos.

Con ocho votos a favor y dos en contra, el Supremo Tribunal Federal (STF) concluyó que obligar a la mujer a mantener el embarazo ante un diagnóstico de anencefalia implica un riesgo para su salud física y psicológica.

"Dar a luz es dar la vida, no la muerte", afirmó el juez Ayres Britto, al asegurar que la interrupción del embarazo en esos casos no puede ser llamada aborto, porque lo que las mujeres cargan en el vientre es un feto sin expectativa de vida fuera del útero.

"Cuando la cuna se transforma en un ataúd pequeño, la vida se tuerce", argumentó por su parte la juez Carmen Lucia.

También el procurador general de Brasil, Roberto Gurgel, defendió que sea la mujer quien decida. "La anticipación terapéutica del parto en la anencefalia constituye ejercicio del derecho fundamental de la gestante", dijo.

"En este tribunal está en juego una cuestión decisiva: los derechos reproductivos de la mujer, su derecho a no ser un útero a disposición de la sociedad", expresó el abogado Luis Roberto Barroso.

En Brasil, el aborto está despenalizado apenas en casos de violación y de riesgo de vida para la madre.

Los activistas antiaborto se congregaron a las puertas del máximo tribunal, el Supremo Tribunal Federal. El miércoles, unos religiosos de varias órdenes llegaron al lugar para rezar, rodeados de imágenes de la patrona de Brasil ('Nuestra Señora de Aparecida') y de fetos.

"Los anencéfalos son seres humanos vivos (...) la sociedad, por medio de sus instituciones, debe tutelar el respeto pleno a su humana dignidad y a su vida frágil y breve", afirmó el cardenal Odilo Scherer, al condenar el aborto.

La anencefalia significa ausencia de bóveda craneal y hemisferios cerebrales y los fetos que la padecen están condenados a morir, generalmente horas o minutos después de nacer.

El caso llegó al máximo tribunal en 2004, cuando un juez autorizó el aborto por anencefalia, pero sus colegas anularon la decisión tres meses después.

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