jueves, 27 de octubre de 2011

El Papa clama contra la violencia al cerrar el encuentro de Asís por la paz

Benedicto XVI cerró hoy en Asís la Jornada de Plegarias por la paz y la justicia en el mundo con una "nunca más violencia, nunca más guerra y nunca más terrorismo", y pidió que "en nombre de Dios cada religión lleve sobre la tierra justicia y paz, perdón y vida y amor" .

El pontífice, 300 representantes de las religiones del mundo y varios agnósticos se comprometieron en la ciudad de San Francisco, en el corazón de Italia, a trabajar por la paz en el mundo, intercambiaron deseos de paz y encendieron lámparas de aceite como símbolo de esperanza y luz para la Humanidad.

Después, en la explanada de la basílica del santo, lugar de la cita religiosa, fueron soltadas varias palomas, símbolo de la paz, mientras todos acudieron a la tumba de san Francisco de Asís.

Benedicto XVI afirmó en su discurso final que el evento ha demostrado que la dimensión espiritual es un elemento clave en la construcción de la paz.

"A través de esta peregrinación hemos sido capaces de comprometernos en el diálogo fraterno, a profundizar nuestra amistad, a venir en silencio y oración", afirmó el papa.

Benedicto XVI aseguró que tras renovar el compromiso con la paz e intercambiar la señal de la paz se sentían todos "aún más profundamente involucrados" y que seguirán trabajando en aras de un mundo mejor, "un mundo en el que cada hombre y cada mujer y cada pueblo pueda vivir de acuerdo con sus propias legítimas aspiraciones".

La paz fue invocada, entre otros, por el patriarca ecuménico de Constantinopla (ortodoxo), Bartolomé I; el representante del Patriarcado de Moscú, el metropolita Alexandr; el pastor baptista John Upton, el musulmán Mohamed Zubair Abid, el taoista Wai Hop Tong, el budista Phra Phommoleo, el sintoista japonés Tsunekiyo Tanaka y la judía Setri Nyomi.

La única voz en español la puso el agnóstico filósofo mexicano Guillermo Hurtado, de 49 años, miembro del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad de México, uno de los cuatro no creyentes invitados por el papa.

"Como humanistas agnósticos en dialogo con los creyentes nos comprometemos con todos los hombres de buena voluntad a la edificación de un mundo nuevo, donde el respeto a la dignidad de todo hombre, de sus aspiraciones interiores y de su libertad de actuar conforme a sus convicciones sea la base de la vida en sociedad", dijo Hurtado.

El mexicano agregó: "Queremos hacer que creyentes y no creyentes vivan como hermanos, en la búsqueda común de la verdad, de la justicia y de la paz".

Los representantes religiosos se comprometieron a estar junto a los que sufren en la miseria y el abandono y los que no tienen voz.

"Nos comprometemos a hacer nuestro el grito de quien no se conforma a la violencia y el mal y queremos contribuir con todas nuestras fuerzas para dar a la humanidad de nuestro tiempo una esperanza real de justicia y de paz", señalaron en el texto final, que leyeron entre todos, cada uno, por turno, uno o dos párrafos.

También se comprometieron a pedir a los responsables de las naciones que se edifique a nivel internacional y nacional un mundo de solidaridad y paz, basado en la justicia.

Asimismo se comprometieron a respaldar todas las iniciativas que promuevan la amistad entre los pueblos, convencidos de que el progreso tecnológico, cuando falta un acuerdo solidario entre los pueblos, expone al mundo al riesgo de la destrucción.

Con este compromiso solemne finalizó la jornada de Asís, 25 años después del histórico encuentro interreligioso presidio por Juan Pablo II en esa ciudad.

El encuentro comenzó en la basílica de Santa María de los Ángeles, donde Benedicto XVI reconoció "con vergüenza" la violencia causada por los cristianos en la historia y aseguró que el terrorismo y la adoración del poder y las drogas son los "nuevos rostros" de la violencia en el mundo.

El patriarca Bartolomé I dijo que las religiones deben condenar firmemente la guerra y los conflictos y ser mediadoras de paz y de reconciliación, y la filósofa agnóstica Julia Kristeva abogó por la necesidad de buscar la complicidad entre el humanismo cristiano y el surgido del Renacimiento y el Iluminismo.

Benedicto XVI y los líderes religiosos regresaron a Roma en el mismo tren que usaron para llegar hasta Asís.

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