jueves, 19 de mayo de 2011

Hermana Dulce, una brasileña subirá a los altares católicos

Beatificación: La ceremonia se cumplirá en Salvador. La Iglesia Católica certificó sus milagros.

EFE.- La Iglesia Católica beatificará el próximo domingo en la ciudad de Salvador a la Hermana Dulce, una monja brasileña que, como la también beata Madre Teresa de Calcuta, dedicó su vida a los enfermos y los más pobres.

Nacida el 26 de mayo de 1914 en Salvador, capital del estado nororiental de Bahía y bautizada como María Rita Lopes Pontes, la religiosa, de la Congregación de las Hermanas Misioneras de la Inmaculada Concepción de la Madre de Dios, puede convertirse en la primera santa nacida en Brasil, el país con el mayor número de católicos del mundo.

La ceremonia será en el Parque de Exposiciones de Salvador y estará presidida por el arzobispo de la ciudad y cardenal primado de Brasil, Murilo Krieger, en un acto en el que participarán las autoridades civiles y religiosas, y unos 70.000 fieles, según los cálculos de los organizadores del acto.

Según el Cardenal, la beatificación de la Hermana Dulce recae en una persona “frágil, pequeña y delicada”, que “consiguió ayudar siempre” a los enfermos que cuidaba.

LA OPCIÓN POR LOS POBRES. Al igual que la Madre Teresa de Calcuta, la Hermana Dulce entregó su vida al servicio de los necesitados y desarrolló una obra social en su natal Bahía, donde fundó varios hospitales de caridad y una red de apoyo social que dirigió hasta su muerte, el 13 de marzo de 1992, a los 77 años de edad.

Por su obra, en 1988 fue candidata a recibir el Premio Nobel de la Paz y, en octubre de 1991, cinco meses antes de su muerte, recibió en su lecho de enferma la visita del hoy beato papa Juan Pablo II, durante la segunda visita del pontífice a la República del Brasil.

“Durante mucho tiempo se pensó que la santidad era algo del pasado o que sólo sucedía en Europa”, dijo Krieger, quien en 2002 participó en la canonización de la monja italiana Amabile Visintainer (1865-1942), que pasó a ser llamada Santa Paulina del Corazón Agonizante de Jesús.

UN CAMINO DE 11 AÑOS. El proceso de beatificación de la Hermana Dulce comenzó en 1999 y cuatro años después, en 2003, diez médicos brasileños y tres italianos certificaron un “caso extraordinario de cura”, milagro que fue reconocido por unanimidad por la Congregación para las Causas de los Santos de el Vaticano.

El milagro ocurrió en enero de 2001 cuando Claudia Santos de Araújo, del vecino estado de Sergipe y devota de la Hermana Dulce, sufrió una grave hemorragia durante un parto y quedó en estado de coma, con lo cual los médicos le pronosticaron sólo horas de vida.

Sin embargo, un sacerdote amigo que sabía de la fe de la mujer en la Hermana Dulce le oró pidiéndole por su salud y en cuestión de horas la parturienta estaba plenamente recuperada. Dos días después, recibió el alta del hospital con su bebé, sin que los médicos hayan logrado explicar lo sucedido.

La Hermana Dulce fue declarada venerable por el Vaticano en 2009 y el año pasado, cuando su cuerpo fue exhumado y transferido a la catedral de Salvador, el cadáver estaba intacto, momificado naturalmente, lo que fue interpretado por la Iglesia Católica como una señal de santidad de la monja.

VIRTUDES QUE LA ADORNABAN. “Su caridad fue maternal, tierna. Su dedicación a los pobres tenía una raíz sobrenatural y de lo alto trajo energías y medios para colocar en práctica una asombrosa actividad de servicio a los más humildes”, consignó en su voto uno de los teólogos favorables a la apertura de la causa de beatificación.

Las Obras Sociales Hermana Dulce, que recogen el legado de la monja, incluyen el Complejo Roma, una red de hospitales y centros de salud para los más pobres que atiende en Bahía a cinco millones de personas al año, y el Centro Educativo Santo Antonio.

Adicionalmente, la organización gestiona varios centros de salud del municipio de Salvador.

Si después de la beatificación se comprueba un segundo milagro por su intercesión, la Hermana Dulce puede convertirse en la primera santa nacida en Brasil, país que hasta ahora sólo tiene en lo más alto de los altares a Frei Antonio de Sant’Anna Galvao (1739-1822), canonizado el 11 de mayo de 2007 por el papa Benedicto XVI durante su visita a Brasil.

La Iglesia Católica tiene santos que desarrollaron su misión evangelizadora o social en el territorio de Brasil pero nacieron en otros países, como el sacerdote jesuita paraguayo San Roque González y la monja italiana Santa Paulina del Corazón Agonizante de Jesús.

Canonizar y beatificar

Canonizar es el acto del Sumo Pontífice por el que se declara santo a un siervo de Dios ya beatificado. Es una competencia exclusiva del Papa y mediante la canonización se autoriza a los cristianos a la veneración del nuevo santo conforme a las normas litúrgicas del catolicismo.

Hasta el siglo X, los primeros santos venerados eran los discípulos de Jesús y los mártires, más tarde se incluyó a los que confesaban su fe y a los cristianos que demostraban su fidelidad a Cristo y a su Iglesia.

La primera canonización solemne fue realizada por el papa Juan XV en 993 al inscribir en el catálogo de los santos a Uldarico, obispo de Augusta.

Posteriormente, Gregorio IX (1227-1241) formalizó el proceso, y en 1234 las canonizaciones se reservaron sólo al Papa. Con anterioridad canonizaban los obispos y antes que éstos, el pueblo.

En 1588, el papa Sixto V puso ya el proceso en manos de la Sagrada Congregación de los Ritos, a la que confió la tarea de regular el ejercicio del culto divino.

Cifras importantes

1 santo brasileño es venerado en los altares católicos. Se trata de Frei Antonio de Sant’Anna Galvao, canonizado el 11 de mayo de 2007 por Benedicto XVI.

5 millones de personas al año son beneficiadas con las obras sociales iniciadas por la religiosa durante su vida. Su área de acción es una de las zonas más pobres de Brasil.

2 países sudamericanos no tienen santos y beatos de sus nacionalidades. Bolivia y Uruguay son éstos. Los hay inclusive de cuatro naciones centroamericanas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario