viernes, 22 de abril de 2011

La pasión de Cristo se hace carne en el mundo

La Semana Santa es época en la cual el cristianismo celebra los eventos de fe relacionados a los últimos días de Jesús, incluyendo en particular su pasión, muerte y resurrección.

Más allá de las creencias religiosas, Semana Santa es una época llena de tradiciones que se celebra en todo el mundo. Así, existen algunos países y ciudades que se caracterizan por el fervor de sus ceremonias. Hay todo tipo de conmemoraciones: solemnes, curiosas e incluso aquellas que conllevan el daño físico.

Filipinas
La Semana Santa más polémica del mundo se produce en Filipinas (el único país católico de Asia), en la localidad de San Pedro de Cutud. Allí, cada Viernes Santo se crucifican 10 hombres y se flagelan un centenar de penitentes. Entre esos 10, hay un elegido: el que representará a Jesús. Para ello, todo el pueblo participa en la representación del prendimiento y crucifixión de Cristo. El “Mesías” de turno, vestido de blanco, espera en su casa a que lleguen los centuriones romanos que lo conducen ante Poncio Pilatos. Una vez condenado, carga con una pesada cruz y una corona de espinas (real), en su particular Vía Crucis, seguido por los penitentes que, encapuchados, se azotan las espaldas desnudas y sangrantes rítmicamente.

Ya en su Gólgota particular, un pequeño montículo en el medio de un arrozal, estos hombres se crucifican con clavos de verdad sobre manos y pies. Una costumbre que se extiende a algo más de medio siglo pero que sólo desde 1992 cuenta con crucificados reales.

En España, quizá sea la procesión de Sevilla la que ostente el primer puesto. Las procesiones de Semana Santa constituyen, incluso más allá de la tremenda significación religiosa que tiene para los devotos, una tradición que puede resultar espectacular.

Algunas de estas fiestas están declaradas Bien de Interés Turístico Nacional o Internacional.

En las procesiones se saca de las iglesias a las imágenes religiosas de los Cristos, de las Vírgenes o Cruces, para que discurran por las calles de su localidad a hombros de las distintas cofradías. Para los portadores resulta todo un orgullo cargar con las imágenes y sufrir, a veces hasta extremos bastante dolorosos, dicha carga.

Aunque no tiene comparación con el caso filipino, lo que ocurre en San Vicente de la Sonsierra (La Rioja) también es polémico pues también existe el castigo físico como penitencia. Con el rostro cubierto y una túnica blanca abierta por detrás para dejar al aire la espalda, estos hombres, llamados picaos, se azotan con una madeja de cuerdas que pesa casi un kilo. Son acompañados por un padrino, que es el que decide cuándo los hematomas deben ser “picados” con una esponja de cera en la que se han incrustado trozos de cristal, que romperán la herida para que sangre y evitar, así, la coagulación.

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