miércoles, 3 de noviembre de 2010

Con rezos, comida, bebida y música se despidió a las almas hasta el próximo año

Costumbre: Miles de personas se congregaron en los cementerios para hacer rezar por por sus seres queridos que fallecieron.

Al mediodía de ayer se levantaron las mesas de las almas que visitaron la Tierra por 24 horas. Luego, algunos familiares de los difuntos fueron a los cementerios a cumplir con las tradiciones, mientras otros lo hicieron en sus hogares.

De diferentes formas, con múltiples costumbres, pero con un sentimiento común, los cementerios de la ciudad de La Paz llenaron de colorido, música y fiesta sus pasillos, andenes, entradas, nichos, lápidas, tumbas y osarios para cerrar la fiesta de Todos los Santos.

El Cementerio Jardín, en la zona Sur, en sus más de 30 distintas áreas, se copó de lujosos autos que traían a familias enteras desde temprano. Las tumbas, que suelen estar discretamente adornadas, ayer encendieron el verde césped con colores y olores de flores, ramos grandes y pequeños. Ante las lápidas oraron personas para compartir con el espíritu que, según la creencia, regresa estos días para compartir con sus seres queridos.

El Cementerio General de La Paz, que estuvo resguardado por aproximadamente 200 guardias municipales, según Osmar Vásquez, oficial y segundo instructor de la Guardia Municipal, abrió sus puertas a las siete de la mañana y recibió aproximadamente 6.000 personas hasta las ocho de la noche.

La música se escuchó desde media mañana, cuando las familias llegaban cargadas de sus mesas u ofrendas para ser instaladas en el nicho del fallecido.

Las t’ant’awawas niñas y adultas, pasankallas de todos los colores, frutas, bebidas, dulces y alimentos particulares, a gusto del difunto, se observaron en todas las mesas. En las tonadas que interpretaron los músicos sonaban desde mariachis, tonadas autóctonas, música popular, cumbias y hasta reggaetón, matando el silencio cotidiano del Cementerio General.

En La Llamita, cementerio ubicado en inmediaciones de la avenida Juan José Torres (Periférica), la fiesta explotó desde que salió el sol. En la hondonada del lugar no se contempló espacio vacío.

Como en un coliseo pequeño, desde abajo se veían los tintes de las mesas que pretendían dejar satisfechos a los espíritus del más allá.

Humildes tumbas, despintadas y pegadas una a la otra, se desempolvaron y cobraron gala con los adornos del festejo. Los rezos eran interminables y, con ellos, la reciprocidad de las familias que sin ningún reparo otorgaban a manos llenas empanadas, maicillos, galletas y frutas a quienes oraran por el fallecido.

La presencia de niños y niñas orando fue masiva, pues se cree que, como almas puras, sus plegarias son más escuchadas por Dios que las de los adultos.

El de ayer fue un día de encuentro familiar que permite la reflexión sobre la muerte y el contacto simbólico con los que partieron a su encuentro.

Entrada la noche, la melodía de las tarkas, sikus, zampoñas, tambores, quenas y pinquillos despidieron el espíritu de las almas agasajadas que regresarán el próximo año, en una nueva cita con los que moran la Tierra, en la misma fecha y lugar.

Todos Santos antecede al Carnaval

La festividad de Todos los Santos, que coincidió con la llegada de las lluvias, marca, en varios puntos de Bolivia, en especial del departamento de Oruro, el inicio del Carnaval, fiesta que alcanza su auge entre febrero y marzo.

La fiesta de Todos los Santos, que empezó el lunes con la llegada de las almas de los fallecidos, según reza la tradición, se prolongó hasta la tarde de ayer, Día de Difuntos, cuando los espíritus de los seres queridos retornaron a sus eternas moradas.

La celebración generó gran movimiento económico, pues hubo muchas vendedoras de flores, de gaseosas y de comida en las puertas y calles aledañas a los cementerios. No faltaron los “rezadores” ni los músicos, que trabajaron todo el día. También se observó la llegada de gente de los pueblos a la ciudad, y de gente de la ciudad a los pueblos.

Como es costumbre en los feriados, las familias se juntaron para realizar distintas actividades, como el deporte al aire libre, el recreo en parques y plazas, la salida conjunta a comer algo, y algunos aprovecharon para salir de la ciudad a disfrutar del paisaje rural.

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